Así se está la víspera de las elecciones de este domingo en
Colombia: una guerra frontalmente sucia entre los dos presuntos punteros en las
encuestas —“presuntos” recordando los pronósticos fallados de 2010—: el actual
presidente Juan Manuel Santos Calderón —candidato por el Partido Social de
Unidad Nacional (De la U)— y Óscar Iván Zuluaga Escobar —por Centro
Democrático, el partido uribista. Primero, la denuncia —de tribunales
estadounidenses— contra el asesor de campaña de Santos Calderón, JJ Rendón, por
presunta relación con narcotraficantes y recibir dinero de ellos, convivencia
que el ex presidente Uribe Vélez amplió a financiamiento de la campaña santista
de 2010; luego, la denuncia con grabaciones que Zuluaga Escobar estaba
implicado en un hackeo —con detenidos— de comunicaciones de participantes en
las conversaciones de paz con la guerrilla en La Habana tras el propósito de
frustrarlas.
Santos Calderón ha hecho del proceso de paz su bandera y
aunque no ha podido concluirlas —lo que hubiera sido su principal baza
electoral— logró algunos resultados aunque no se han divulgado cuáles
concesiones ha dado el gobierno; por el contrario, Uribe Vélez y sus seguidores
quieren paz sin concesiones. Fuera de esto y de la mejor relación con Venezuela
—muy enfrentados cuando Uribe Vélez—, no hay muchas diferencias entre el actual
y el pasado gobierno, quizás más autoritario el anterior y más ambivalente el
actual.
Faltan escasos cinco días para las elecciones. ¿Qué más
pasará?, porque esta guerra entre Santos Calderón y Uribe Vélez —la verdadera
batalla— no concluye acá.
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