jueves, 15 de diciembre de 2011

Ni a la izquierda ni a la derecha, si no todo lo contrario

Agradezco la paráfrasis (involuntaria) a una “memorable” cita de Vicente Fox Quesada cuando era Presidente de México, “reescribiendo” otra  también recordada de Luis Echeverría Álvarez, ex Presidente de los mexicanos. La referencia conceptual original fue de José Ortega y Gasset en su La rebelión de las masas.

Cuando en vísperas de la segunda vuelta de las elecciones generales del Perú de este año conversaba en Lima con Humberto, Mimi y Juan, mis mejores amigos limeños –una familia que también lo es para mí–, sobre las opciones de voto en ese momento y adelanté el comentario que Gana Perú –coalición del nacionalismo y la izquierda peruanos en esos comicios– había cambiado su programa de gobierno cuatro veces durante la campaña, la sola posibilidad de que ganara su contrincante, Keiko Fujimori con Fuerza 2011, y regresara el fujimorismo hizo que me interpelaran vehemente y críticamente, develándome cómo la antinomia izquierda-derecha estaba mucho más enraizada en la sociedad peruana que lo que su boom económico y su democracia podían haber sugerido. Y, por supuesto, el tema de los recursos naturales era parte importante de esa posición.

El 5 de junio, Perú decidió por un escaso 51% convertir a Ollanta Moisés Humala Tasso en el 114vo. Presidente de la República del Perú, con un discurso que había evolucionado en los pocos meses de la campaña de radical nacionalista de izquierda a centro izquierda, captando adhesiones de centro y tratando de tranquilizar a los mercados y a los inversores extranjeros –principalmente en la gran minería, que había sido la base del amplio crecimiento económico de la última década en Perú–, a la vez que mantenía el caudal de votos que lo había acompañado desde la primera vuelta electoral en abril.

Con esta evolución, Humala Tasso –ex militar nacionalista, involucrado en un alzamiento armado contra la segunda reelección de Alberto Fujimori, junto con su hermano Antauro, quien sigue preso por otro alzamiento posterior– inició su presidencia, “celebrada” con una fortísima caída de la Bolsa de Valores de Lima que fue un aviso preventivo para su política. (La Bolsa se recuperó inmediatamente, tras los nombramientos del nuevo gabinete –incluyendo a Luis Miguel Castilla Rubio, figura del gobierno saliente– que fueron carta de seguridad para la continuidad de la política económica vigente).

El 22 de agosto, en el III Consejo Consultivo Empresarial del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC, organización que agrupa a las principales economías de ambos lados de la Cuenca del Pacífico), el Presidente Humala invocó a los empresarios asistentes a seguir invirtiendo en el Perú para asegurar la política social de su gobierno. En su discurso inaugural, afirmó que su gestión buscaría mejorar las relaciones con el sector minero; en este sentido, el Gobierno terminaba de negociar exitosamente con las grandes empresas un nuevo Código Minero que permitirá aumentar los ingresos del Estado a la vez que confirmaba la seguridad jurídica para los inversores. 

Y es en este panorama de apoyo a la inversión que resurge el conflicto por el Proyecto Minas Conga de la Minera Yanacocha S.A. –la mayor productora de oro de Latinoamérica y cuyo principal propietario es  la estadounidense Newmont Mining Corporation junto con la peruana Compañía de Minas Buenaventura S.A.A.  en Cajamarca, en el sur peruano, bastión electoral de Humala en 2006 –su primera postulación presidencial– y 2011.

El proyecto Conga de Yanacocha conlleva desaparecer cuatro lagunas de la región (5 en algunos análisis), que la Empresa propone compensar con tres reservorios de aguas que, presuntamente, duplicarían la capacidad de las lagunas. Si bien esta compensación hidrológica podría ser más que suficiente para la región circundante a la mina (unas 8 mil personas), organizaciones ambientales y el propio Gobierno Regional consideran que la afección será mucho más amplia, alcanzando a varias cuencas lejanas e interviniendo sobre alrededor de 100 mil personas, además de argumentar que haría inviable la agroeconomía local por contaminación de los desechos del proceso minero.

Este problema –que ya antes estuvo a punto de colapsar las elecciones de junio por las manifestaciones y bloqueos sucedidos en esa época y que el Gobierno del Presidente García Pérez logró traspasar su solución al actual–, está muy unido a la situación de pobreza de la Región, una de las menos desarrolladas del Perú. Para enfrentarlo, el Gobierno Humala creó un Fondo Social de Compensación (con participación del Estado, los gobiernos regionales y locales y la Empresa), entre otras medidas junto con la Minera, lo que no satisfizo a los protestantes, que mantuvieron constantes enfrentamiento y bloqueos en la Región (con la consecuencia de heridos y daños económicos considerables), ante lo cual la Empresa anunció la suspensión del Proyecto para facilitar el diálogo. Tras el fracaso de las negociaciones con los huelguistas presididas por el entonces Primer Ministro Salomón Lerner Ghitis –político y empresario vinculado a los gobiernos militares de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez y al democrático de Toledo Manrique–, el Gobierno decretó el 5 de este mes el Estado de Emergencia en Cajamarca y hizo una reestructuración profunda del Gabinete ministerial, colocando un exmilitar al frente –Óscar Valdés Dancuart, coronel en retiro, ministro del Interior con Lerner Ghitis  y que fuera instructor militar de Humala Tasso en su época de cadete–, manteniendo los ministros más confiados por los inversionistas: Roncagliolo de Orbegoso (Canciller) y Castilla Rubio (Economía y Finanzas), a la vez que sustituía los afines a Toledo Manrique, ahora su ex aliado.

Con independencia del conflicto de Cajamarca, la conclusión más importante es el corroborado pragmatismo del Presidente Humala Tasso, alejado de las consignas electorales que lo llevaron a la Presidencia. La revista británica The Economist así lo caracteriza en su artículo “Doing the Conga”: "Los expertos que pensaban que Humala terminaría moviéndose hacia la izquierda, estaban equivocados. El presidente es un hombre de tan pocos principios como de palabras."

Ya mis amigos no creen en él. Yo, aún observo.     





Referencias:
https://www.facebook.com/notes/lor-ci-bolivia/abajo-el-estado-de-excepción-en-cajamarca-humala-y-su-subordinación-al-capital/10150506661015781

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