domingo, 2 de octubre de 2011

Imprevisión es soberbia

En mi anterior entrega me refería al movimiento de los Indignados, que toma nombre del documento ¡Indígnense! del héroe antifascista y defensor de los derechos humanos Stéphane Hessel y que se reproduce y toma distintas banderas en cada país pero unidos por la inconformidad con las exclusiones. Y mencionaba sus principales críticas: la gran diferencia creciente entre los muy pobres y los muy ricos; la violación cotidiana de los derechos humanos, y el estado de destrucción del planeta por empresas y gobiernos, agravado con nuestra indiferencia.
El artículo apareció en los días previos a la dispersión violenta de la Marcha en Defensa del TIPNIS. Su título (“¡Indignémonos!”) era una premonición de lo que sucedió a una gran parte de la sociedad civil boliviana y de sus repercusiones internacionales.
No escribiré sobre la Marcha y su dispersión, porque ha habido muchos comentarios y noticias (algunas pocas erradas, como la noticia de muertos, iniciada por una fuente no mediática ni segura y que algunos medios difundieron sin corroborar, inexcusablemente).  Me referiré a la causa de la Marcha.
En la Constitución Política del Estado de 2009, en su Artículo 2 se garantiza a las naciones y pueblos indígena originario campesinos “su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales”. Más adelante, en su Artículo 30 inciso II numeral 15, se señala que tienen el derecho “a ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles. En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan.” Esto no se cumplió en el caso de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos y es la raíz de la protesta.
Más allá de las causales –entre ellas tanto el interés de Brasil en conectarse con Chile (el ex presidente Lula vino como disertante y seguro lobista de la constructora en medio del conflicto, como también fue a Costa Rica por la misma empresa) como el de la explotación de los hidrocarburos y la madera del Parque– está la falta de visión estratégica de quienes en el Gobierno tomaron la decisión de no consultar, no previendo las consecuencias y confiando aún en el éxito aplastante de 2009 –soberbia que ya se manifestó cuando el gasolinazo de 2010 y que tuvo las mismas consecuencias que ahora: unir a la población en contra de la medida.
Confío en que Dios –en la cosmovisión de cada uno– ilumine un diálogo abierto y sin precondiciones y que Él nos prevenga de la violencia cuando camine con Su pueblo. También Le pido que nos aparte los oportunistas que puedan aparecer y que se respeten los derechos de todos.
Referencias:

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