Esta semana, el mundo (y sus líderes, principalmente) evaluarán qué significó la convocatoria global de los Indignados. Este 15 de Octubre, en centenares de ciudades de Europa, Norte y Sudamérica, Oceanía y Asia (no he leído nada de África) hubo manifestaciones de ciudadanos que piden ¡Democracia real ya! (uno de sus principales lemas) y en las que participaron desde poco más de un centenar de manifestantes (como en Seúl y Tokio) hasta alrededor de 150 mil, como en Roma (la única con expresiones marginales violentas).
Estas manifestaciones, en los pocos meses desde que tomaron forma y nombre, han ido extendiéndose por todo el mundo. Mientras en los países más “exitosos” (Unión Europea, EE.UU., Hong Kong, Chile o Brasil) la protesta es, sobre todo, una expresión de clases medias por poder decidir y ganar o no perder beneficios para toda la sociedad, en los países árabes los manifestantes reclaman (y van obteniendo) la caída de regímenes totalitarios y corruptos. No es un movimiento homogéneo en sus intereses ni tiene líderes visibles (como si fue el 68) ni es partidario: son espontáneos, y el gran error sería considerarlos como “movimiento marginal antisistema” de extrema izquierda, como los describió José María Aznar en días pasados.
Mientras tanto, y no al margen, 8 años después de Octubre Negro Bolivia se apresta para 2 hechos importantes: La llegada de la marcha indígena por el TIPNIS a La Paz y los resultados de las elecciones judiciales.
Del segundo, con independencia de los votos válidos o nulos y blancos (aunque el número de éstos, sin fines prácticos en la votación, medirá el apoyo del electorado a esta elección, más allá que plebiscitario del mismo Gobierno), saldrá un nuevo Poder Judicial, sin dudas más afín al ordenamiento surgido tras la nueva Constitución y, posiblemente, más cercano al Gobierno actual.
La marcha indígena por el TIPNIS nació como un reclamo de las naciones indígenas asentadas en ese Territorio en defensa de sus derechos pero fue creciendo hasta convertirse en aglutinador de amplios y diversos sectores sociales. Sin ser oposición al Proceso de Cambio y sin afiliación partidaria (aunque se la hayan querido “descubrir”, sobrevalorando a los menguados partidos de oposición), a este movimiento le ha potenciado el haberse violado la nueva Constitución en contra de sus derechos, la mala conducción de los diferentes intentos de diálogo (junto con una abrumadora propaganda oficial que terminó siendo contraproducente) y la violenta represión policial contra su avance pacífico (decisión de represión que, hasta hoy, ha quedado circunscrita a mandos medios del cuerpo policial).
La suma de apoyos que ha tenido la marcha (al margen de oportunismos que han querido infructuosamente ganar protagonismo con ella) terminará de comprobarse cuando descienda de El Alto a La Paz. Y las banderas/consignas no serán partidarias sino las mismas que han tremolado los Indignados en Madrid, Londres, Nueva York, Roma, Santiago y tantas otras ciudades: las de una nueva conciencia social.
Referencias:
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/14/internacional/1318610830.html#otros
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