martes, 18 de mayo de 2010

Colombia es pasión: “El riesgo es que te quieras quedar”

Un jueves atrás, gracias a la Embajada de Colombia y al boliviano Ministerio de Culturas, un grupo numeroso –más del que cabía en el auditorio de la CAF– conocimos la creación y aplicación de la marca país Colombia es pasión.



Crear una marca país –el concepto de posicionamiento de una nación hacia el exterior– es un proceso largo, difícil, complicado y muy costoso. Más para un país como Colombia. Y ésta cuya presentación pudimos disfrutar –amena por didáctica, a pesar de sus casi 2 horas– asombra porque casi no cumplió estas condiciones: no fue largo (5 años es muy corto período para lo obtenido); sí fue difícil pero no complicado porque sociedad civil, empresarios y gobierno le pusieron firme el hombro; y no fue tan costoso como pudo ser porque buscaron formas ingeniosas y alternativas –las mejores– para involucrar a los que les interesaba que el mundo los reconociera como ellos querían: todos los colombianos.


¿Se imagina un país en consecutivos conflictos desde fines del siglo XIX hasta hoy, con una guerra interna desde hace más de 60 años y con toda la violencia y poder del narcotráfico? Pues ésa era la imagen país que en todo el mundo tenía Colombia: violencia y droga, mucha de ambas. Y para romper esa imagen país paradigmática –que es espontánea y surge de las noticias y no se crea expresamente, pero es la que más se posiciona y, por ende, la más difícil de revertir– había que crear una marca país, que sí es creada y que sí –a voluntad– tiene que trabajar para posicionarse fuera del país.


El primer paso fue buscar algo que identificara a todos los colombianos y los concienciara, independiente de su credo, ideología o región, y que los uniera; por eso surgió Colombia es pasión, porque todo colombiano tiene pasión en querer a su país a pesar de las adversidades y reconstruirlo cada vez que se lo destruyen y abrir sus puertas al vecino y al de más lejos y estar convencidos –y decirnos– que sus artistas y su gente son las mejores del mundo. Y porque también es pasión admirar cuán diversos y múltiples son: mestizos, blancos, negros e indios; costeños del Caribe y del Pacífico, andinos, llaneros y amazónicos, con una gran biodiversidad. ¿El segundo paso?: comunicarlo, hacia dentro y hacia fuera. Porque ésa es la marca país que –con éxito– los colombianos –más allá del gobierno en el poder– quieren que se posicione en cualquiera de nosotros.


¿Y Bolivia? No tenemos marca país, no la hemos construido aún. Porque la imagen país que el mundo tiene de Bolivia –hasta ahora no revertida– es de un país poco feraz con población indígena y rural de mucha pobreza, a la que ahora –consecuencia de noticias de poco más de una década, sobre todo– se suma violencia y narcotráfico. Y aunque existe, eso no es toda Bolivia.


Falta encontrar algo que nos identifique a todos los que vivimos en este país, tan múltiple y diverso, algo más allá de ideologías y regionalismos. Y cuando lo encontremos, apropiárnoslo todos. Y hacer que en todo el mundo lo conozcan.


Entonces –sólo entonces– Bolivia tendrá su propia marca país.

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