martes, 28 de enero de 2020

El síndrome de la mariposa entrampada



"Lo que tiene que primar […] es la salvaguarda de la democracia”. [Mons. Sergio Gualberti Calandrina]

El martes pasado, cuando entré en la ducha para mi ablución matutina encontré una mariposa de las que pululan en casa que estaba en la parte interior de la pared de vidrio del box. Abrí la puerta del baño y traté que saliera, pero parecía que la tozuda quería salir por la ventana; esperé a que estuviera posada en la malla, la abrí y cerré el vidrio de la ventana: nada. Ni antes de la ducha, ni durante ella: era una mariposa entrampada entre dos vidrios (del box) o entre malla y vidrio de la ventana sin querer huir de esa “prisión autoimpuesta”. Y ahora la veo cada vez que quiero ducharme: sin salir del baño, quiero pensar que “feliz” de estar allí.

A primera vista pareciera similar esta anécdota y la parábola de la rana hervida donde la temperatura del agua donde está la rana va elevándose tan gradualmente que, al comienzo, no hace nada (incluso disfruta la tibieza) pero según la temperatura aumenta la rana cada vez se aturde más y, finalmente, no puede salir del agua caliente y termina cocinándose, lo que es una parábola de que muchísimas veces no notamos como cada día nos apartamos un poquito más de alguna de nuestras metas o propósitos… hasta llegar a un punto muerto, el de la irreversibilidad.

En la historia de mi mariposa, ella tiene las opciones de escapar (la puerta y la ventana abiertas) pero no sale. ¿Por qué? Quizás porque, como la rana hervida, se acostumbró y ya no le interesa salir pero, a diferencia del batracio, no muere: sólo le interesa aparentar que quiere salir. Podría llamarlo el Síndrome de la Mariposa Entrampada.

He dedicado alguna de mis recientes columnas y tuits a prevenir contra la profusión de candidaturas no-MAS y no pocas veces recibí una muy optimista respuesta de que “en segunda vuelta nos unimos todos” (no voy a volver a aburrir con D´Hondt y la dispersión resultante en la Asamblea Legislativa). Ése es un fehaciente ejemplo de una actitud displicente, conformista: de nuestro Síndrome de la Mariposa Entrampada.

Previne hace poco que cuidáramos de no llegar el 3M a la profusión de opciones. Pues “le ganamos” al 20-O: competirán cinco alianzas y cinco partidos. Varias organizaciones políticas estuvieron semanas discutiendo unidad (negociando inclusive) y se oían y leían llamado de precandidatos a por ello. Al final, fueron ayes sin convicción más que para provocar a otros a unírseles pero cuando la presidente Añez Chávez lanzó su precandidatura, se armó el guirigay.

Ni celebraré ni criticaré la decisión de la presidente pero lo cierto es que, como quien avienta un juego de mahjong, “la mayoría de las fichas salieron volando”. Entiendo y justifico las críticas de los precandidatos (no-MAS y MAS) porque la nueva precandidata los vapuleó en su entrampamiento (incluso a algunos quebrándole sus principales apoyos) pero no entiendo las denuncias de “inconstitucionalidad” y “similitud con Evo” que algunos políticos (no recuerdo de los precandidatos sino de terceras o cuartas líneas) han proferido, quizás porque no contrastaron la constitución. Aunque me cuesta entender “la falta de ética” de Añez Chávez y aceptaría el epíteto de “oportunista” (porque sí aprovechó su oportunidad), me indignan las insinuaciones contra la probidad de Salvador Romero Ballivian (a quien no conozco personalmente), intentando forzar su renuncia.

Ya circulan artículos y tuits apócrifos atribuidos a analistas reconocidos. Mucho entrampamiento aún habrá pero, como escribió Roberto Laserna en Los Tiempos, si Jeanine quiere ganar «debe demostrar que es posible hacer campaña sin abusar del cargo».


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