martes, 24 de octubre de 2017

Argentina cambia y el kirchnerismo se hunde


La noche del domingo, la expresidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner (CFK) “celebró” su “gran” victoria a pesar de haber perdido siete diputados. Sin embargo, en agosto las PASO argentinas ya marcaron el inicio de un proceso de declive del kirchnerismo cuando los resultados tuvieron a los argentinos en vilo durante dos semanas en espera de conocer quién había obtenido el primer lugar en la provincia de Buenos Aires donde CFK iba por su retorno triunfal frente a un candidato oficialista no muy conocido. La mayoría de las encuestas se equivocaron: de los amplios resultados augurados, al final su “éxito” no fue más allá de 20 mil votos, 0,4% de la votación de la provincia, el mayor centro electoral del país. En el país, Cambiemos ganó las PASO con 35,9% sobre 21,8% del kirchnerismo, que no arrasó en la provincia de Buenos Aires ni Cambiemos salió vapuleado en el país.

Las votaciones en las PASO eran dirimidoras, no electorales, por lo que el reto era mantener los resultados. En las elecciones legislativas del domingo, toda Argentina decidió por el cambio sin retorno y confirmo el primer lugar de Cambiemos en las PASO, superando la votación con un 42% de los votos nacionales (6% sobre las PASO) y ganado en 13 de los 24 distritos electorales: Buenos Aires Ciudad y Provincia (perdida por CFK por más de 4%), Córdoba, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Salta, Santa Cruz (el feudo Kirchner ya perdido en las PASO) y Santa Fe (también arrebatada al kirchnerismo), incluidos los más poblados. El kirchnerismo ganó en 3: Catamarca (perdida por Cambiemos), Formosa y Río Negro, y otros sectores ganaron 8: Chubut, La Pampa, Misiones, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego. Con esos resultados, Cambiemos alcanzaría tener 24 senadores (15 actuales y nueve más) y 107 diputados (86 anteriores y 21 más), convirtiéndose en la primera fuerza política nacional y en el Congreso.

Si algo marcó los últimos días previos a las elecciones legislativas de medio término, fue la tensión provocada por la “casual” aparición del cadáver de Santiago Maldonado, el artesano desaparecido hace meses y que la oposición acusaba a la Gendarmería (y por ende, al gobierno) de haberlo desaparecido, algo aprovechado ampliamente por CFK. Tensión reducida tras constatación en la autopsia (con participación de la familia y otros denunciantes) de la falta de heridas y golpes que sirvió para aplacar los ánimos sociales, desbaratar discursos electorales y despejar dudas.

Con estos resultados, el kirchnerismo avanzó a su derrota histórica a pesar de aumentar poco más de 200 mil votos manteniendo el mismo porcentaje de las PASO. A su vez Cambiemos obtuvo más de 1,5 millones de sufragios adicionales, con los que consolida el proceso de cambios realista que propone el macrismo.

La agenda política inmediata estará marcada por cómo el grupo kirchnerista actual en el Congreso defenderá de su desafuero al encausado Julio de Vido, exhombre fuerte del kirchnerismo acusado por varios hechos de corrupción, y la pérdida del rol del Frente Renovador de Sergio Massa como intermediador entre el macrismo y el justicialismo no kirchnerista. En un tiempo poco menos cercano aflorarán cuáles medidas correctivas pendientes implementará el gobierno ahora que avanzó políticamente y, como espada de Damocles sobre la expresidente, avanzarán los muchos encausamientos que pesan sobre ella, sobre todo el caso Nisman.

En un contexto regional y con Sebastián Piñera como seguro próximo presidente de Chile, el panorama regional se afianza en el centro-centroderecha. Un cambio fundamental en dos cortos años.



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