El martes 8 de noviembre de este año, más de 245 millones de electores
estadounidenses —de una población de cerca de 320 millones— participarán en las
58as elecciones presidenciales cuatrienales para seleccionar al nuevo gobernante
—el actual presidente Barack Hussein Obama II no podrá aspirar a un tercer periodo
de gobierno porque la Vigesimosegunda Enmienda a la Constitución de los Estados
Unidos limita a dos mandatos el ejercicio de la presidencia, aunque en la historia
del país sólo Franklin Delano Roosevelt ejerció más de dos.
El largo proceso electoral estadounidense se inició el 1
de febrero con las elecciones primarias, caucus y asambleas partidarias en todos
los estados, el Distrito de Columbia y sus otros territorios para la elección de
los delegados para las convenciones partidarias de nominación de candidatos presidenciales
—los
demócratas elegirán 4.764 delegados y los republicanos 2.472. Para ganar una convención,
los aspirantes necesitan tener la mitad más uno de los delegados en juego. En las
elecciones de noviembre, los votantes elegirán 538 compromisarios que conformarán
el Colegio Electoral encargado de elegir a los nuevos mandatarios, lo que representa
un conjunto de elecciones indirectas —primarias, convenciones y presidenciales.
En sus últimas elecciones presidenciales, la participación de
la población en edad de votar ha sido baja —la mayor desde 1948 fue la de 1960 con
63,06%, cuando fue elegido John F. Kennedy—, sin embargo, dos fenómenos electorales
han motivado el interés electoral del pueblo norteamericano: Bernard "Bernie"
Sanders y Donald Trump, y ha puesto el debate político en el centro de todas
las conversaciones, como personalmente comprobé en días pasados.
Diametrales, a ambos los une el populismo. Sanders desde el partido
del asno —los demócratas— y Trump del de los elefantes —republicanos—, han remecido
las campañas con consignas populistas y demagógicas: socialistas utópicas las de
Sanders y xenófobas y chauvinistas las de Trump, dirigidas a conquistar el voto
de la clase trabajadora blanca con un discurso proteccionista en política comercial,
a pesar de las diferentes plataformas.
Una contienda que empezó con una larga lista de precandidatos
republicanos —Trump, Rand Paul, Jeb Bush,
Paul Ryan, Chris Christie,
Marco Rubio, Ted Cruz, John Kasich, Scott
Walker, Bobby Jindal, Rick Perry, Lindsey Graham, George Pataki, Rick Santorum,
Mike Huckabee, Carly Fiorina y Ben Carson— y menos demócratas —Hillary Clinton, Sanders, Jim Webb, Martin O'Malley y
Lincoln Chafee—, pronto se redujo a una pelea republicana entre un Trump hasta
ahora muy victorioso seguido de Cruz y Rubio de tercerón —Kasich sin
trascendencia— y una pulseta entre la Clinton y Sanders.
¿Por qué los políticos del
establishment han fracasado —Bush— o han sufrido —Rubio o incluso la Clinton?
En un país que se precia de su democracia, libertad de expresión y asimilación,
la crisis de 2008 golpeó poderosamente a las clases media y trabajadora y,
aunque superados muchos de los parámetros macroeconómicos de la crisis
—incluido desempleo—, las dejó muy dolidas y afectó los valores de la sociedad,
de ahí el crecimiento del muy conservador Tea Party
Movement, que ha “secuestrado” al partido republicano. Por ello Trump y
Sanders, con diferentes discursos pero con una base conceptual simplista y
bastante radical, han captado la atención de los electores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario