viernes, 5 de febrero de 2016

El “YES OR NO” de Juan Evo Morales Ayma


«To be, or not to be: that is the question.» («Ser o no ser... He ahí el dilema.») [William Shakespeare: The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark, acto III, escena 1.]

Como en la tragedia shakesperiana, el Presidente Juan Evo Morales Ayma se enfrenta a un dilema tan existencial —para él en su autoestima y para la estable continuidad de su proyecto político— como el del príncipe Hamlet: que la ciudadanía boliviana responda SÍ —lo que él lo ha definido como una prueba de amor o NO —lo traicionarán cuando el 21 de febrero próximo los electores bolivianos participen en el segundo referéndum constitucional de la última década y podrán responder dicotómicamente a la pregunta: «¿Usted está de acuerdo con la reforma del Artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la Presidenta o Presidente y la Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces de manera continua?», lo que será la práctica plebiscitaria de la voluntad popular.

Este ejercicio de voluntad popular no será nada inusual para los electores bolivianos por varias razones. Primero, porque desde la elección del 18 de diciembre de 2005 cuando sale elegido el presidente Evo Morales Ayma hasta ese día de febrero de 2016, los electores bolivianos habrán asistido a ejercer su derecho a decidir en, al menos, 13 comicios: elecciones generales en 2005 (presidenciales y parlamentarias junto con las prefecturales), 2009 y 2014; referéndum nacional vinculante de 2006; elecciones para constituyentes en 2006; referéndum revocatorio en 2008; elecciones para gobernador de 2008 (Chuquisaca); referéndum autonómicos en 2008 (parciales en los departamentos opuestos al gobierno), 2009 (dando lugar a la autonomía departamental) y 2015 (parciales en algunos departamentos y municipios); referéndum dirimitorio y refrendatorio de 2009 (para aprobar la Nueva Constitución Política); elecciones subnacionales (gobernadores, asambleístas legislativos departamentales y munícipes) de 2010 y 2015; elecciones para los miembros de los Tribunales Supremo de Justicia, Agroambiental y Constitucional y el Consejo de la Magistratura en 2011 y municipales (parciales) en 2012 —espero no haber olvidado alguna… Lo segundo es que, tanto a través de medios masivos —muchos de los cuales, en diferentes formas, tienen más relación con el gobierno que con la oposición y le brindan más espacio— como Redes sociales —donde prima la oposición a la reelección—, el electorado boliviano ha tenido acceso amplísimo al debate por la rererelección —elección en 2005, relección en 2010 y relección en 2015, con interpretación constitucional del Tribunal Constitucional, elegido por la mayoría oficialista y, aun así, depurado de miembros librepensadores después—, aunque para no darle esa etiqueta poco apreciada de re re re, el oficialismo a preferido llamarlo repostulación.

Según sea la respuesta, en Bolivia se vivirán escenarios muy diversos: Si triunfa el SÍ, durante los próximos cuatro años de su gestión la actual administración continuará su plan de gobierno para 2025 (el que ha denominado Agenda Patriótica del Bicentenario como homenaje a ese gran acontecimiento) y el país vivirá la preparación para un nuevo período presidencial del presidente Morales Ayma porque, hasta el momento y sin avizorarse cambios en ese corto plazo, el mandatario tiene a su frente una oposición dividida e incluso enfrentada entre sí a pesar de los aprendizajes obvios de continuos fracasos, lo que no ayuda a la salud democrática del país, período que estará marcado por el nuevo escenario de una economía actualmente en contracción por la caída del precio de los commodities (sobre todo por la contracción de la economía china, aunque no es el único causante en ello) y la compleja situación económica de los clientes del gas boliviano, principal rubro de exportación (Argentina y, en peor situación, Brasil, país con el que se deberá renegociar próximamente un nuevo contrato a largo plazo). En el caso contrario, si triunfa el NO el oficialismo tendrá la necesidad de definir un nuevo candidato y, definido éste, se abocará a posicionarlo, con la grave dificultad de crearle en tan poco tiempo el carisma que Morales Ayma ha posicionado en el imaginario popular, mientras el panorama del liderazgo opositor pudiera clarificarse estimulado por este resultado, aunque deberá estar consciente de que un rechazo al continuismo no significa tácitamente una aprobación para la oposición (sobre todo, para sus actuales representantes o, al menos, la mayoría de ellos).

En medio del proceso previo a las elecciones, las encuestas no han ayudado ciertamente a tranquilizar el debate.

Para este proceso y basándose en el Artículo 132 (Registro y habilitación) de la Sección VI “Estudios de opinión en materia electoral” de la Ley No. 026 del Régimen Electoral de 30 de junio de 2010, el Tribunal Supremo Electoral habilitó siete empresas especializadas de opinión pública para realizar estudios de opinión a nivel nacional en materia electoral con fines de difusión (encuestas pre-electorales de intención de voto, estudios en boca de urna y conteos rápidos). Estas siete empresas habilitadas son: Ipsos APOYO Opinión y Mercado, Mercados y Muestras, Focaliza y Tal Cual Comunicación Estratégica (éstas cuatro con sede en La Paz) y Equipos Mori, Captura Consulting y Empresa de Comunicación Social El Deber (de Santa Cruz de la Sierra). También fueron habilitadas a nivel departamental:  en Cochabamba, América TV y canal 23; en Potosí, Radio Kollasuyo, y en Chuquisaca el consultor independiente José Felipe Jerez Abascal.

Entre diciembre pasado y enero, la difusión de cinco encuestas realizadas por Ipsos APOYO, Mercados y Muestras y Equipos Mori —hubo anteriores, pero tomaré éstas por ser próximas al evento— ha creado la mar de susceptibilidades (¡como si sólo hubiera errores o horrores en las encuestas bolivianas!). Cronológicamente, la primera difundida de éstas fue la de la Mercados y Muestras empresa sin referente internacional, al menos no aparece en su sitio web ni en las menciones en medios; difundida el 5 de diciembre daba 40% para el SÍ (38% urbano y 42% rural) y 54% para el NO (57% urbano y 50% rural) con 6% (5% y 8%, respectivamente) de indecisos.

En general, la ficha técnica publicada de este estudio —como de los otros que revisaré— refieren su marco de muestreo basado en la información del Censo Nacional de Población y Vivienda 2012. La muestra total fue de 800 casos urbanos y rurales —como es lógico, mayores de 18 años, aptas para ejercer su voto—, distribuidos en las nueve capitales de departamento más la ciudad de El Alto —la segunda en población del país— y 30 ciudades intermedias identificadas —con la distribución de la muestra—, con margen de error de +/- 3,47% y confiabilidad de 95%. Fue la ficha publicada más exhaustiva.

Además, no he considerado ni intenciones por blanco o nulos porque no he podido encontrarlas en la mayoría de los estudios.

Después, el 29 de diciembre se publica otra de Ipsos APOYO —vinculada al grupo francés Ipsos— donde se reafirma esta tendencia con 45% para el SÍ y 50% para el NO con 5% de indecisos—fue su segunda, la anterior que no consideré en este análisis fue difundida en octubre. Sin embargo, una aclaración señalaba que el estudio "no corresponde a resultados de intención de voto" porque no se preguntó por las opciones “SÍ” o “NO” si no la pregunta fue: "¿Cuán de acuerdo estaría en que se modifique la CPE para que Evo Morales pueda ser reelecto nuevamente como Presidente de Bolivia?" —lo que podemos considerar una “sutileza” intrascendente.

A diferencia de la anterior, ésta sólo se realizó en las cuatro ciudades principales: La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y El Alto, lo que la hace poco comparativa con el resto (además de la “sutileza”). Tampoco pude encontrar publicada su ficha técnica.

La tercera encuesta corresponde a Equipos Mori —perteneciente al holding homónimo del Reino Unido. Difundida el 11 de enero, cambia el panorama establecido por los estudios anteriores porque posiciona las intenciones por el SÍ en 41% (38% urbano y 49% rural) y por el NO en 37% (37% urbano y 29% rural), con 11% de los encuestados que mantuvo en reserva su opción y el 8% de indecisos —sumados ambos, sería 19% que podría votar por cualquiera de las dos opciones.

La muestra total fue de 1.806 casos urbanos y rurales, distribuidos en las nueve capitales de departamento más la ciudad de El Alto y ciudades intermedias y zonas rurales —éstas ambas no identificadas (tampoco pude encontrar la distribución de la muestra)—, con margen de error de +/- 2,3% y confiabilidad de 95%.

Dos días después de la difusión de esa encuesta, se presentó otra nueva de Ipsos APOYO en la que la opción por el SÍ es perdedora con 38% (36% urbano y 42% rural) mientras la del NO triunfaría con 44% (46% urbano y 39% rural), con un margen de indecisos de 14% (algunas publicaciones de esta encuesta dan resultados ligeramente diferentes).

La muestra total fue de 3.000 encuestados de las diez principales ciudades del país, 10 ciudades intermedias y 88 localidades en zonas rurales —éstas ambas no identificadas ni la distribución de la muestra—, con margen de error de +/- 1,8% y confiabilidad de 95%.

La última de esas cinco encuestas mencionadas fue la de Mercados y Muestras difundida el 17 de enero. En ella el Sí gana con 41% (50% en zonas rurales) y el NO pierde con 38% (43% en áreas urbanas) mientras que los indecisos ascienden a 21%.

Los encuestados fueron 1.468 encuestados en las 10 ciudades principales y 50 localidades intermedias del país —no identificadas, así como tampoco la distribución de la muestra—, con margen de error de +/- 2,6% y confiabilidad de 95%.

Un análisis numérico de los resultados obtenidos puede ofrecer conclusiones interesantes.


Cuadro 1. Fuente: Elaboración propia sobre los datos publicados.

A efectos de tener un período de análisis cercano —se difundieron en el transcurso de una semana— y que, en muestras, locaciones —exceptuando la de Equipos Mori por falta de información asequible— y márgenes de error son similares, reduciré el análisis  —que será a modo de un “juego” ilustrativo con las estadísticas— a las tres últimas, todas de enero: Equipos Mori, Ipsos APOYO y Mercados y Muestras.

Gráfico 1. Fuente: Elaboración propia sobre los datos publicados.

Es interesante que, como resultados globales y a pesar de sus diferencias, el promedio Por el SÍ y Por el NO son idénticos: 40% (mientras que indecisos se promedia en 18%, algo que sería capaz de mover a cualquier lado los resultados válidos).

El porcentaje faltante (2%) estaría justificado por los ajustes decimales y por votos en blanco y nulos (que, en las encuestas que los han informado, han sido muy bajos).

Gráfico 2. Fuente: Elaboración propia sobre los datos publicados.

Cuando el análisis es en mínima, los correspondientes Por el SÍ tienen una ligera ventaja de 1%, correspondiente a la diferencial decimal ajustada. Los indecisos siguen siendo altos (16% promedio) y valen las mismas consideraciones anteriores.

Gráfico 3. Fuente: Elaboración propia sobre los datos publicados.

En esta última, los resultados Por el SÍ y Por el NO, considerando el máximo margen de error (en positivo), vuelven a ser idénticos ambas opciones. La diferencia en exceso de la sumatoria de las tres categorías (Por el SÍ, Por el NO e Indecisos) se justifica por el redondeo de porcentajes “hacia arriba”.

Quedaría una última aproximación de análisis.

Gráfico 4. Fuente: Elaboración propia sobre los datos publicados.

En este cuadro comprobamos que los indecisos estarían entre 16% (ajuste mínimo del resultado global) y 20% (ajuste máximo), los resultados Por el NO entre 37% y 42% (5%) y Por el SÍ entre 38% y 40% —2%, éste dentro de los márgenes de error de las encuestas.
La conclusión es muy simple: Más allá de las diferencias en tamaño de las muestras y sitios de investigación, las tres encuestas difundidas en enero demostraron que, a la fecha, ninguna opción es ganadora y que el porcentaje de indecisos había crecido significativamente respecto a las de octubre y diciembre de 2015 —promedio 6% entonces; promedio 18% en enero— lo que se justificaría por dos razones, la primera —muy poco creíble— que la mayor cantidad de información en los últimos meses —sin iniciarse aún las campañas— hiciera dudar a quiénes en el último trimestre de 2015 tenían su voto definido o, la otra opción —realmente creíble— que muchos hayan decidido ocultar su voto por temor a represalias de cualesquier tipo y lado —aunque, lógicamente, las represalias que pudiera hacerles la oposición a la repostulación serían poco significantes.

El 2 de enero, el presidente Morales Ayma declaró: «Si no ganamos igual hemos hecho historia, no como un derrotado humildemente digo, pero lo cierto sabemos todos [que] vamos a ganar el referendo del 21 [de febrero]. Y mi gran deseo es: ¿Por qué no batir los resultados del referéndum?, hemos ganado con más del 60%, el sueño de larga data es más del 70%.»

Esta aspiración de obtener el 70% de los votos a favor de la repostulación —o re re re— tiene base en el desempeño electoral del presidente Morales Ayma en las votaciones en las que ha participado o ha comprometido su prestigio —excluyo aquellas otras, como las municipales y la judiciales, en las que, a pesar de haber fungido en la mayoría como vocero y principal activista de esas campañas, su prestigio personal no estaba comprometido—: en 2005 ganó las elecciones generales con el 53,72% de los votos válidos; en 2006, en el referéndum nacional vinculante para la Constituyente, obtuvo el 57,59%; en 2008, en el referéndum revocatorio el 67,43% de los electores votaron en contra de su revocación —otorgándole el resultado más alto (hasta hoy, al menos) que Morales Ayma haya obtenido en votaciones nacionales—; en 2009, en el referéndum dirimitorio y refrendatorio para aprobar la NCPE, el electorado le otorgó el 61,43%; ese mismo año, en las siguientes elecciones generales a las que se presentó —consideradas ex post por el oficialismo como “primera elección” al ser definida la NCPE aprobada previamente como “originaria”— obtuvo el 64,22% de los votos válidos, y en 2014, en las siguientes elecciones generales —“primera relección” bajo el criterio antes mencionado de “originaria”—, alcanzó el 61,36%. Un promedio del 60,96% en esas seis elecciones, que aumenta al 61,68% en las cuatro que participó directamente —elecciones generales de 2005, 2009 y 2014 y referéndum revocatorio de 2008— pero todavía distante del propósito del 70%.

¿Podrá alcanzar su meta, lo que será una nueva y excelente cota? Las encuestas pronostican que no lo alcanzará —sin poder aún afirmar si los electores aprobarán o no la repostulación— pero los indecisos decidirán ambas interrogantes el 21F.

El 27 de octubre pasado, en una conferencia de prensa en Cochabamba, el presidente Morales Ayma dijo: «Quiero decir a la derecha [denominación genérica para los que se oponen a su repostulación] que no tenga miedo al pueblo, que se someta [al referendo]. Yo también quiero saber si el pueblo me quiere o no me quiere, es lo más democrático.» Frase que me recordó otra, hermosa, que Shakespeare puso en boca de Helena en A Midsummer Night’s Dream (acto I, escena 1): «Love looks not with the eyes, but with the mind.» («El amor no mira con los ojos sino con la mente.»)

Información consultada

http://www.talcualbolivia.com/

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