martes, 5 de enero de 2016

Interpretando un nuevo ciclo


2016 será el del final de un ciclo de la política latinoamericana y el presumible inicio de otro. El período boliviariano, fundamentado en los ideólogos del denominado socialismo del siglo XXI (principalmente Heinz Dieterich Steffan como también Atilio Borón, James Petras, Giulio Santosuosso, Marta Harnecker y Wim Dierxsens, entre otros), llega a su fin con la estrepitosa crisis venezolana y las contracciones de las economías del resto de los países afines: graves en Brasil, Argentina y Ecuador (ésta la menos visibilizada pero no por ello significativamente menor) y menos en Uruguay, Bolivia (aunque pudiera ponerlo en peligro la cada vez mayor caída de precio de los commodities, la contracción de la economía brasileña y la reorientación argentina) y Nicaragua (beneficiado por la bajada del petróleo pero con afectado por la crisis venezolana), mientras que para Cuba, ante el peligro de su dependencia económica con Venezuela le ha llevado pragmáticamente, junto con EEUU, a iniciar soluciones para sus diferencias.

El bolivarianismo, que mezcló postulados del pensamiento de Simón Bolívar con otros del fracasado marxismo-leninismo soviético (aunque Karl Marx fue muy crítico del Libertador en su artículo “Bolívar y Ponte” de 1858 para The New American Cyclopedia y en una carta suya a Engels de ese año), surgió al final de otro de los ciclos políticos y económicos latinoamericanos: el entonces fracasado de las democracias neoliberales que sustituyeron al cruento período (también fracasado) de las dictaduras del Plan Cóndor y la Doctrina de la Seguridad Nacional. La denominada Revolución Bolivariana, surgida cruentamente del Caracazo de 1989, logró el poder en 1999 con la elección de Hugo Chávez Frías, permitiendo recuperar el impulso de expansión de la menguada y en crisis Revolución Cubana, a la que apuntaló, proyectándose internacionalmente gracias a los petrodólares venezolanos a través de la ALBA, los Foros de São Paulo y Social Mundial y el grupo de organizaciones internacionales que creó (UNASUR, CELAC).

El venezolano socialismo del siglo XXI (aunque HChF se consideraba un discípulo de Fidel Castro Ruz y su revolución, la coexistencia y alianza del modelo bolivariano con la empresa privada que le era afín le marca la principal diferencia) fue expandiéndose con diferentes matices desde un grupo ortodoxo (“duro”) conformado por Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, y otro de afines en diferente grado con Brasil y Uruguay y del que Honduras y Paraguay integraron eventualmente.

Hoy, cuando Argentina cambió del kichnerismo a la centroderecha, en Venezuela la oposición obtuvo los 2/3 de la Asamblea Nacional (victoria que HChF nunca alcanzó, excepto cuando la oposición no participó en elecciones en 2005) el mismo día que 16 años antes HChF llegara al poder, Cuba se acerca a EEUU y en Brasil se destapan gravísimos casos de corrupción en medio de un creciente crisis económica y de gobierno (mientras Correa Delgado desiste de relegirse ante la situación económica desfavorable y las protestas populares y Morales Ayma va a un referéndum incierto para seguir gobernando), los ideólogos bolivarianos deberían cuestionar (como ya lo han hecho  Dieterich y Petras) su modelo asentado en el populismo, la centralización del poder, la falta de transparencia, corrupción y pretensión de continuismo que provocan su propio final y el inicio de un nuevo ciclo.


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