domingo, 22 de febrero de 2015

Rousseff, los males de Brasil... y Petrobras

Pareciera que un Exú quiso castigar a Brasil porque le han llegado varias plagas: una economía en caída —ya este año vivió una recesión “técnica”, eufemismo maquillador—; insatisfacción con servicios públicos deficientes; caída de los commodities, y una Petrobras desinflándose con su PreSal que se desvanece con un petróleo que se abarata continuamente. Y escándalos que explotan como bubas de una peste negra, la de la corrupción.

En 2014 Dilma Vana da Silva Rousseff ganó en ballotage la Presidencia en Brasil y, aunque reelegida por estrecho margen —3%—, la sexta Presidente de Brasil del regreso a la democracia que ella misma ayudó a forjar mantuvo su cargo. Un cargo con sabor amargo.
De O maior país do mundo anunciado por su mentor Luiz Inácio Lula da Silva no queda mucho que festejar: La economía decrece porque se ideologizó —en pulseta temerosa con la Venezuela bolivariana—, no se hizo competitiva y apostó a cerrarse —el Mercosur no cuaja, cierre al libre comercio y apuesta hacia mercados africanos—; la clase media pujante —herencia de Cardoso que Lula da Silva fructificó— se siente frustrada y temerosa de regresar a la pobreza mientras los aún pobres de la Bolsa Família —caudal de Dilma y el PT— temen perder las ayudas sin haber obtenido —tampoco eran promovidos— empleos de calidad. Y la solución: medidas ortodoxas bastante liberales.

Si antes el mensalão desnudó la corrupción política, los sobreprecios que pagó Petrobras para financiar al PT y aliados en repartijas de grandes contratos son más de la mafia del Chicago de la Prohibición.

Va necesitarse toda la fuerza de la Quimbanda. 

Información consultada

http://es.wikipedia.org/wiki/Aécio_Neves
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Presidentes_de_Brasil

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