miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lecciones por aprender (una vez más): Realidad de la oposición boliviana

Antecedentes políticos de una elección

Octubre 12 para Bolivia fue histórico: el Movimiento al Socialismo de Evo Morales Ayma se preparó para el asalto final —electoral— de los otrora bastiones opositores: los departamentos Chuquisaca, Tarija pero, sobre todo, Santa Cruz y Beni. Y logró buenos resultados —el menor de éstos en Beni (42%), el mayor en Chuquisaca (63%), un 49% muy bueno en Santa Cruz, Tarija 52%. La apertura gubernamental hacia sectores productivos del Oriente y las inversiones locales —durante la Cumbre Extraordinaria del G77+China y fuera de ella— rindieron sus frutos, sustituyendo la combinación de garrote —para todo opositor frontal— y zanahoria —para nuevos aliados y, los que sin serlo, faciliten el proceso— que ha pasado a ser más zanahoria; el ejemplo manifiesto fueron los empresarios agroindustriales cruceños que migraron de férreos contestarios a colaboradores, trabajando junto con el Gobierno por resultados comunes, aunque los intereses no los sean.

Tras un “precalentamiento” de posibles candidatos —el viejo método del brulote con fuego griego a ver cómo ardía— a finales de 2013, para los poco más de seis millones de electores se anunciaba una docena de posibles aspirantes al sillón presidencial: desde el gobernador del más rico departamento —Santa Cruz—, Rubén Costas Aguilera, proclamado por sus VERDES —Verdad y Democracia Social, luego fusionado con Consenso Popular para formar Movimiento Demócrata Social, MDS—; el líder de Unidad Nacional (UN) y promotor de un Frente Amplio Samuel Doria Medina Auza, además del ex alcalde —exitoso— de La Paz y cabeza del Movimiento Sin Miedo (MSM) Juan del Granado Cosío. También estaban, anunciados u oficiosos: Félix Patzi Paco con sectores disidentes del oficialismo; Adriana Gil Moreno —antes socialista, luego masista, entonces opositora en Concertación Nacional y luego coaligada con el MSM— con Fuerza Demócrata; Eliseo Rodríguez Pari con Frente Para la Victoria; el otrora gobernante Movimiento de Izquierda Revolucionaria con —posiblemente— el ex presidente Jaime Paz Zamora —que nunca ganó una elección, ni cuando fue presidente por un enroque de tercero, ni después para gobernador—; el expresidente Jorge Quiroga Ramírez —tampoco ganó una elección (heredó el cargo por renuncia del entonces presidente) y sí perdió la de 2005 cuando fue candidato de Poder Democrático y Social (PODEMOS) y quedó segundo (y ahora la volvió a perder de tercero lejos con el Partido Demócrata Cristiano)— anunciado que iba por el Partido Verde; Unidad Cívica Solidaridad —muy lejos del otrora partido de masas, unido por el prebendalismo— con el insumergible ex alcalde cruceño Johnny Fernández Saucedo; Fernando Untoja Choque por el Partido Katarista Nacional; la Bancada de Convergencia Nacional —el intento poco exitoso en 2009 de repetir PODEMOS de 2005— proponiendo repetir a Manfred Reyes Villa Bacigalupo —inhabilitado por no residir permanentemente en el país—, y sectores del Movimiento Nacionalista Revolucionario —aunque posible dentro del Frente Amplio—, sin descartar otros, recreando las situaciones de Nicaragua en 2011 y Ecuador en 2013 —para éste muy distinta en las regionales y locales de 2014 cuando las alianzas entre movimientos opositores ganaron muchas prefecturas y alcaldías (entre éstas Quito, Guayaquil y Cuenca, las principales)—, donde 4 y 7 partidos opositores separados obtuvieron magros resultados sumados de 21 y 43%, respectivamente. Y frente a éstas, el oficialista Movimiento al Socialismo para reelegir a Morales Ayma con augurio de 74% de los votos.

Ya entonces (diciembre 2013) advertí en una columna local la falta de voluntad y plan conjunto de la oposición boliviana, lejos de replicar la Mesa de Unidad Democrática venezolana para 2014, con muchos aún confiando en su propio espacio y en los beneficios (sean de representación legislativa, políticos u otros) que esto les depararía. Tras un intermedio en los meses posteriores en los que parecían crearse dos bloques opositores —de un lado el Frente Amplio, variopinto e inclusivo como la MUD, y del otro una proyectada (y harto negociada) alianza entre MDS y MSM que uniría las fuerzas principales de Santa Cruz y La Paz, respectivamente, que no habían podido trascender de sus regiones cautivas—, llegaron las definiciones al momento legal de postular: el Frente Amplio se desarmó y la mayoría —encabezada por UN— se unió con MDS en la Concertación Unidad Demócrata (CUD); el MSM, cual novia despechada, siguió solo y adsorbió a Gil Moreno para su fórmula; Quiroga Ramírez se inscribió con la sigla Demócrata Cristiana, y Fernando Vargas Mosua —líder indígena del Oriente, catapultado por las Marchas por el TIPNIS— se postuló por el Partido Verde. Cuatro candidaturas opositoras.

¿Cómo llegaba Bolivia a esta elección?

Una encuesta de TAL CUAL —urbana— realizada a finales de mayo 2014 y conocida luego de la conformación de la Concertación Unidad Demócrata ofrecía datos interesantes. De los 2.250 entrevistados, 55,3% consideró que “el país iba por buen camino” (el departamento más optimista fue Santa Cruz: 68,5%) con “la economía familiar está buena o mejor” en 70% (Santa Cruz 80,9%) y 72% que “mejorará o seguirá bien” (Santa Cruz 82%), aprobando 72% al Presidente Morales Ayma (Santa Cruz en quinto lugar con 76,5%). Sin embargo, el correlato no se mantenía para las intenciones de voto, donde Morales Ayma obtenía 41,9% versus 39,1% para oposición en general (indecisos 18,5%), posiblemente porque 50% consideró entonces que “ya cumplió su ciclo”. Las intenciones de voto sumadas de Doria Medina Auza y Costas Aguilera fueron 32,3% (Del Granado Cosío 4,6%), a menos de 10% del MAS.

Después de esto, Bolivia realizó la Cumbre Extraordinaria del Grupo 77+China y para ello desplegó una amplísima inversión en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, a la vez que las ya mencionadas relaciones entre los empresarios agropecuarios —otrora vinculados con la oposición cruceña— y el gobierno se distendían y empezaban una colaboración mutuamente beneficiosa, que pudo tropezar a veces pero que iba a avanzando sostenidamente. El resultado fue una aproximación importante del gobierno nacional a la población del departamento más rico —y, por ende, del partido de gobierno a su electorado reacio.
Entonces, las conclusiones eran obvias: La oposición tenía que ofrecer un programa claro, preciso y ampliamente atractivo para mantener su caudal y conseguir indecisos, evitando discursos extremistas poco creíbles, esto tendiente a eliminar la mayoría absoluta oficialista en la Asamblea Legislativa Plurinacional y, de seguir la tendencia, hasta forzar una segunda vuelta. Junto con esto, debería reforzar la unidad.

Ambas cosas no ocurrieron.

Errores estratégicos de una oposición desunida

Frente a un liderazgo oficialista que ya había goleado antes (54% en 2005 y 64% en 2009 y con el 74% como meta ahora), las expectativas opositoras eran muy escasas o nulas. Con la reconfiguración del panorama tras la creación de la CUD, ésta quedaba ubicada en un hipotético centro democrático, con el reto de recaptar todas las disidencias posibles del Frente Amplio y expandirse a otros sectores; a la izquierda, entonces sólo estaba Del Granado Cosío con su movimiento histórico y menos del 5% de intenciones pero muy pronto surgió la postulación de Quiroga Ramírez por el Partido Demócrata Cristiano abriendo el panorama hacia la derecha-centroderecha mientras que hacia la centroizquierda lo hacía Vargas Mosúa por el Partido Verde. No es de extrañar que el cómodo margen que originalmente tenía la Concertación Unidad Demócrata en las encuestas (32,3%, sumadas las intenciones de voto para Doria Medina Auza y Costas Aguilera, sus líderes, a menos de 10% de las relevadas para el MAS) se deshizo en las encuestas a 15-17% —a ratos menos aun— mientras el MAS crecía de los anteriores indecisos (altos en los estudios). El tercer espacio, más reducido, lo ocupaba Quiroga Ramírez mientras Del Granado Cosío sólo alcanzaba valores que tuvieron su mejor resultado en 4% —y generalmente similares al error muestral— y Vargas Mosúa no aparecía en algunos estudios o sólo estaba tangencialmente. Quedaba claro que los liderazgos opositores eran poco atractivos al electorado como candidatos presidenciales frente a Morales Ayma y la disputa por una segunda vuelta se fue haciendo, más cada vez, lejana e improbable, al margen de lo que se discurseó, entendible, centrándose las posibilidades opositoras en el segundo escalón: los asambleístas nacionales, pero en todos los partidos (oficialista y opositores) los carismas fueron escasos y el machismo (y los reciclajes y trasiegos) permeaba dentro de esas candidaturas, lo que daba que lamentar.

(Uno de los trasiegos más divertidos —por usar un término no ofensivo— fue el de la diputada suplente saliente Jessica Echeverría que en menos de dos meses pasó por un proceso que la llevó de férrea opositora en Convergencia Nacional a vocera del Frente Amplio y luego de la Democracia Cristiana para apartarse de la política por llamado de fe y terminar de fuerte defensora del MAS. Un rápido periplo de cambio de ideas… no creo que, más allá de lo circunstancial, ni cristianos ni masistas —menos aun opositores— le atribuyan mucha firmeza de fes.)

Un craso error estratégico marcó el último período de las campañas: el “enemigo” de las distintas fuerzas opositoras pasó de ser estratégico —el MAS— a táctico —las otras distintas fuerzas—, intentando arrogarse el protagonismo opositor y obviando —haciendo olvidar al elector— que todas se enfrentaban a un “enemigo” común: el partido de gobierno.
Paralelo a ello, se discutió una opción improbable: renuncias y cohesiones dentro de la oposición. Pero ni egos ni intereses dieron margen de expectación y levantaron polvo enturbiador sin resultados —como también sucedió en 2009.

El 11 de Octubre

El día antes de las elecciones no me quedaban dudas —no me atrevo a decir que a nadie, por respeto a los candidatos opositores— que en estas elecciones bolivianas era incuestionable que el actual presidente sería reelegido en primera vuelta —el fenómeno Neves no asustaba al oficialismo— y al margen de los cuestionamientos que se tuvieran sobre su reelección. La apuesta original opositora de lograr una candidatura de unidad fue desgastándose y la apuesta del voto cruzado para reducir la mayoría absoluta parlamentaria oficialista no funcionó en la medida que apostó la oposición.

En este período de campañas pasaron desapercibidos o disminuidos —aunque pudieron estar en programas de gobierno bastante desconocidos— temas fundamentales: vías de desarrollo (las metas de la Agenda del Bicentenario fueron soslayadas y las alternativas inexistentes), narcotráfico y narco economía —el más obviado—, escenarios Bolivia-Chile post La Haya —la decisión del Tribunal era un tema consensuado de no discutir—, inversión (extranjera y propia) y seguridad jurídica, frontera agrícola y seguridad alimentaria —avanzado por el MAS ejecutivamente. Los debates —mediatizados— más relevantes fueron sobre machismo y violencia contra la mujer, lamentablemente por causas incidentales, aunque fue muy trascendente que se discutiera.

Quizás lo más positivo de estas elecciones —más que en las regionales y locales de 2015— es que, sin duda alguna, los resultados sacarán definitivamente de futuras contiendas a varios —¡muchos!— candidatos y desnudarán la necesidad de nuevos liderazgos alternativos. El ejemplo de Venezuela tras muchos años para generar esos liderazgos es buena medida de comparación y una lección de humildad necesaria —hoy para la misma MUD también.

El 13 de Octubre

Las elecciones del 12 de Octubre fueron definitorias: Con la segunda mejor votación de las elecciones en que ha triunfado —ahora 61  % (números redondos); 54% en 2005 y 64% en 2009—, no queda duda que la gestión gubernamental ha sido mayoritariamente aprobada, aunque los resultados hayan estado lejos del 74% que fue meta de la campaña del MAS-IPSP y algo menos que los resultados de 2009, plausible en el lógico desgaste de una gestión.

Varias conclusiones importantes para el ganador: El apoyo al gobierno es fundamental en todo el país —sólo en Beni un partido opositor (UD) le supera y en Santa Cruz el conjunto de la oposición sólo le saca la mínima, pero crece en ambos (en el resto la oposición siempre es menor en conjunto)—; en las regiones donde el MAS-IPSP ha sido fuerte —La Paz, primer lugar en su votación; Cochabamba, Potosí y Oruro— se consolida aunque decrece —Oruro (2014: 66%; 2009: 79%), La Paz (2014: 69%; 2009: 80%) y Potosí (2014: 70%; 2009: 78%) con fuertes bajones (entre 13 y 8%) mientras en Cochabamba fue leve (2014: 67%; 2009: 69%)— pero crece en Tarija (2014: 52%;2009: 51%), Chuquisaca (2014: 63%; 2009: 56%), Beni (2014: 42%; 2009: 38%), Pando (2014: 52%; 2009: 45%) y Santa Cruz (2014: 49%; 2009: 41%), el más significativo, en cantidad de votos y porcentaje.

El descenso importante en Oruro, La Paz y Potosí, siempre firmes bastiones, a pesar de haber ganado es un llamado de alerta a la gestión gubernamental y del MAS-IPSP. El crecimiento de su caudal electoral en regiones donde era menos importante no debe olvidar el descenso en las que era muy fuerte.

Las consecuencias para la oposición también son muy importantes, además de dramáticas: dos partidos —MSM y PVB— perdieron su personería jurídica por no alcanzar el 3% de los votos y, peor, por ende el diputado plurinominal que ambos habían ganado —ahora sumado para el caudal oficialista por continuidad en votos. De los dos, el MSM muere y con ello provoca que su líder histórico —Del Granado Cosío, Juan sin Miedo— se retirara de la vida política y su nuevo líder —Luis Revilla Herrero, actual alcalde paceño— tenga que buscar nueva sigla para repetir en su bastión.

Voy a hacer mío —porque comparto como concepto que la oposición “pagó” cara su desunión aunque no necesariamente esté conforme de todos los números— una evaluación del analista boliviano Raúl Peñaranda Undurraga: «De no haberse presentado, o de haber negociado una alianza con UD, la oposición hubiera podido tener 13 en vez de los nueve senadores que están ahora previstos», que en definitiva fueron 11. «Y el MAS, por lo tanto, hubiera tenido 23 senadores, menos de dos tercios en esa Cámara.» «Entre los diputados plurinominales [la] oposición hubiera logrado restarle seis diputados […] al MAS […] sin aumentar el caudal de votación para la oposición». «En el caso de los diputados uninominales […] muchos de los candidatos opositores perdieron porque canibalizaron entre ellos su ya escasa votación». El análisis es más extenso pero bastan estos datos para entender lo dramático de la desunión.

Conclusiones

  • ·         El MAS ganó por méritos propios.
  • ·         Los deméritos de la oposición desunida mejoraron los resultados del MAS y le dieron la mayoría absoluta de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
  • ·         Un recambio de muchos liderazgos es necesario.
  • ·         El discurso opositor debe ser más identificable con todos los electores.
Y, muy importantes:
  • ·         En 2005, el conjunto de la oposición al MAS obtuvo 46% pero el más votado (PODEMOS) logró 29% (63% del total no MAS); en 2009 fue 36% pero Convergencia Nacional tuvo 26% (74%), y 39% en 2014, una ligera mejoría pero UD sacó 24% (63%). Es decir, entre 2009 y 2014 no hubo mucha variación en caudal opositor (sólo ganó 3%).

Cada elección, el principal liderazgo opositor cambia —2005: Quiroga Ramírez seguido de Doria Medina Auza; 2009: Reyes Villa Bacigalupo seguido de Doria Medina Auza; 2014: Doria Medina Auza seguido de Quiroga Ramírez. Si la oposición boliviana quiere fidelidad, debe construir uno estable.



Información consultada

http://en.wikipedia.org/wiki/Raúl_Peñaranda
http://www.paginasiete.bo/opinion/2014/10/16/victoria-tuto-quiroga-35414.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario