miércoles, 15 de junio de 2011
Luces y sombras cruceñas
Santa Cruz es el departamento más dinámico de Bolivia, considerado el motor de la economía nacional –aunque aconsejo leer un artículo de Tuffí Aré en “El Deber” alertando de su ralentización–, el mayor exportador, fortalecido por ser receptor de migrantes de todo el país.
También su capital, Santa Cruz de la Sierra, posee un crecimiento vertiginoso –junto con El Alto– y esfuerzo de modernización.
Hoy, el Departamento y su capital exhiben con orgullo sus realizaciones culturales, académicas e intelectuales. En todo él –y en Moxos también– se celebra el mayor evento cultural del país: el Festival Internacional de Música Barroca y Renacentista, el único boliviano ubicado entre los más importantes de su tipo a nivel mundial. También tiene de Teatro y Cine, más modestos pero destacados; es sede de la Escuela Nacional de Teatro, la principal del país, que le ha permitido a Santa Cruz –aunque el impacto de la Escuela es muy amplio y nacional– ir revitalizando su escena; un movimiento orquestal aún en formación pero destacado, conformado por diversas orquestas y coros: Arakaéndar, Urubichá, Sinfónicas Juvenil y Municipal y la de “Hombres Nuevos”; un interesante y creciente desarrollo de manifestaciones plásticas, con muchos nuevos nombres y exposiciones; importantes Universidades; intelectuales destacados a nivel nacional y aun internacional, tanto escritores, historiadores y poetas. Y podríamos citar más.
Todas estas luces –centro de desarrollo por su industria y comercio, de actividad cultural e intelectual, de integración de migraciones, entre muchos otros– se opacan con sombras, entre las que se destacan la inseguridad ciudadana y el contraste entre desarrollo acelerado y pobreza. Es significativo que las 2 ciudades de mayor crecimiento poblacional y económico en Bolivia –El Alto y Santa Cruz de la Sierra, en apariencias disímiles pero con muchas similitudes en su diferencia– exhiban estos mismos 2 fenómenos: violencia y marginación. Superarlos, es su mayor reto.
Santa Cruz tiene otra asignatura pendiente, decisiva: No tiene –pocas veces ha tenido– el liderazgo político e ideológico nacional. Desde el siglo XX, sólo 2 políticos cruceños han detentado el liderazgo del país: Busch y Bánzer. Ambos militares llegados al poder por movimientos abruptos (aunque Bánzer regresó a la presidencia, después, elegido) y con tendencias diferentes, fueron los únicos líderes cruceños cuya impronta fue nacional en más de un siglo, marcando –en sus ideologías, compartidas o no– a todo el país.
Quizás Santa Cruz –región– tuvo que luchar para sobrevivir frente a muchas limitaciones y ésas le condicionaron la necesidad de crear liderazgos muy fuertes localmente pero con poca trascendencia fuera de sus regiones. Y también los éxitos regionales pueden haber sido causa de que, hasta recién, no necesitaran trascender.
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