martes, 13 de octubre de 2009

Del dicho al hecho…

(Publicado en La Razón, 18/09/2009)

Durante todos los períodos de consultas públicas (elecciones, referéndums y demás), en Bolivia nos hemos enfrentado –pasado, presente y, seguro, futuro– a un aluvión de encuestas. Nacionales, regionales, citadinas, serias, “aventureras” (sobre todo las de propaganda partidista, publicadas más para captar incautos votantes ante el espejismo de “seguro” ganador que para orientarlos en su decisión ciudadana)… Ninguna fue mejor ejemplo de las empleadas como herramienta de campaña que la publicada en solicitada en 2002 por UCS que daba a Jhonny Fernández seguro presidente…


Y a la infidelidad de los resultados, está además la fidelidad de la interpretación. Nada más basta recordar el error de lectura de una encuesta ese mismo año, que daba a René Balttman 2/3 de los votos de los jóvenes universitarios bolivianos… claro que dentro del universo encuestado (un trabajo serio de una empresa responsable, sin dudas), más de 1.000 investigados, sólo había 3 jóvenes universitarios. Se equivocó el periodista que la leyó para publicarla. Por supuesto, el equipo de campaña de Blattman la utilizó, enseguida, en un spot triunfalista de propaganda.

Este año, hasta ahora hemos tenido muchas encuestas, tantas como precandidatos (¿cuántos se lanzaron a precandidatear para presidente? ¿14?, ¿15?... hace tan poco pero ya hubo los que pasaron al olvido). Equipos MORI, IPSOS Apoyo, Gallup (Encuestas&Estudios), ERC, universidades, entre otras, han ido dando resultados de las percepciones y expectativas ciudadanas y alimentado –también desalentado– muchas aspiraciones. Sin embargo, en su difusión se ha obviado un elemento fundamental que aparece destacado en su ficha técnica –en las serias, por supuesto, y lamentablemente no publicado en su inmensa mayoría–: ninguna era realmente nacional, en los mejores casos eran aplicadas en capitales de departamento y ciudades principales. Conclusión: Alrededor de 30% de la población boliviana en edad electoral –casi seguro más: los que viven en poblaciones menores y en el área rural– no había opinado; es decir, en número de votos posibles, no aparecen reflejados tantos posibles electores como los que optaban por el más votado. ¿Por quién (o quiénes) votarían esos electores “fantasma”?: Un susto para cualquiera que candidateara…

Pero hay una (bastante) buena noticia: A partir de ahora, las encuestas no partidarias (que las de los partidos principales hace rato que deben aplicarse en todo el país) sí van a ser nacionales (o lo más cercano a ello). Pero también hay una (relativa) mala noticia: Las candidaturas presidenciales que se presenten el 6 de diciembre próximo –ahora, aún, son 8; veremos cuántas llegan a ese día– no encontrarán reflejadas en las encuestas no partidarias que se publiquen el caudal de votantes exacto de votantes que tendrán; el voto oculto (la respuesta no veraz) siempre será importante… hasta el 6 de diciembre.

Bolivia adolece, como muchos países, de una reglamentación de la publicación de encuestas electorales durante el período anterior a los comicios. Una asignatura pendiente de nuestro Código Electoral, que permitirá orientar mejor a los electores.

Las encuestas electorales, como cualquier investigación de opinión, son fotografías de un determinado momento y lugar. Hay fotografías bastante nítidas (y en Bolivia trabajan empresas muy profesionales) y hay fotografías borrosas; también hay interpretaciones correctas y las hay que confunden y no orientan.

Hasta el 6 de diciembre tendremos de ambas. Y muchas.

Paciencia, amigo.

Y a leerlas todas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario