domingo, 14 de junio de 2015

Latinoamérica: Palabras y no hechos


El fenómeno del cambio climático tiene posición en discursos y debates en todo el mundo pero es recién, cuando las consecuencias ya se sienten, que empieza a pasar de las propuestas políticas —más efectistas que efectivas y cada vez menos creíbles— a las soluciones, aún moderadas.

Latinoamérica no ha sido ajena a este proceso. Políticas centradas en el “digo y no hago” —como la deforestación de la Amazonia brasilera, algo menos actualmente— o dirigidas a “ideologizar” el tema —EEUU es uno de los 3 mayores emisores de contaminantes, pero las críticas “ideológicas” obvian que los otros dos son China e India— y adicionadas con desarrollismos populistas —de izquierda y de derecha— han llevado a una situación casi límite.

Durante años, el debate ambiental obvió con mucho las consecuencias económicas de esos cambios. La falta de medidas prestas y efectivas se justificó por la necesidad de un desarrollo que, en la mayoría de los casos, era contraproducente con las prevenciones del cambio climático y se agudizaba con otras medidas que, incluso, violaban ese “desarrollismo”. Esa justificación desarrollo versus ecología también ha estado muy presente en países desarrollados, encabezados por EEUU.

Hoy, cuando las consecuencias físicas empiezan a advertirse —grandes huracanes y sequías, olas de calor y precipitaciones incontrolables, tornados y desaparición de los glaciares— se advierte que no hay desarrollismo contra la naturaleza y sí más empobrecimiento. Con climas más extremos —las zonas con sequías será más áridas y las húmedas tendrán muchas más precipitaciones—, disminuirán significativamente los rendimientos de cultivos como cebada, viñedos, maíz, papas, soja y trigo y se incrementarán las enfermedades y pestes en personas, animales y plantas, la biodiversidad será afectada, disminuirá la disponibilidad de agua potable y las poblaciones costeras estarán amenazadas de sumergirse. Todo para mayor incidencia negativa sobre la economía.

El principal reto para la Región —y para el resto del mundo— es el cambio, hoy atrasado, de patrones productivos y de consumo insostenibles, usando energías fósiles con altas emisiones de carbono. La próxima Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21) que se realizará en París en diciembre —y que busca detener el calentamiento en 2,0oC— puede significar un avance fundamental. También puede quedar como la COP20 de Lima, su antecesora, al borde de un rotundo fracaso.

Información consultada

http://solucionescambioclimatico.org/cumbre-clima-paris/

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