martes, 7 de enero de 2014

La violencia de cada día

“Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.” [Mohandas Karamchand Gandhi, Mahatma y Bāpu, 1869-1948]
                                                  
Mis primeras columnas de años anteriores siempre las dediqué al futuro. Lamentablemente, hoy comienzo desde un presente que debería ser pasado: la violencia.
Gatillado por una matanza vecinal de gatos y perros en un barrio de Warnes “motivada” por muertes por presunta rabia canina (después negada por el SEDES) y documentado en la prensa nacional, en las redes sociales se discutió abundantemente sobre ello. Al margen del hecho violento (la forma de sacrificarlos, sin cumplir los protocolos existentes) y abusivo (se denunció que también fueron sacrificadas mascotas sacadas de las casas), dos aspectos importantes se discutieron: los altos niveles de rabia canina y, en global, la violencia en el país y la común aplicación de la primitiva lex talionis.

Las matanzas de animales domésticos callejeros no es un fenómeno reciente en Bolivia: periódicamente la prensa difunde historias truculentas, ya sea en La Paz (2000 y sobre todo Achacachi, 2007), El Alto y Oruro (2007), la misma ciudad Santa Cruz de la Sierra (2007) o San Pedro (en Santa Cruz, 2013), ya sea para evitar la propagación de la rabia, por sobrepoblación o por amedrentamiento político (como la brutal de Achacachi). El Gobierno nacional y muchos municipios hacen periódicas campañas de vacunación antirrábica en animales domésticos pero éstas alcanzan, básicamente, a mascotas y no a animales callejeros, lo que conllevó 246 casos en perros para 2011 y 236 en 2012 (el Departamento de Santa Cruz con 79% de éstos) que se convirtieron en 3 y 1 humanos fallecidos respectivamente, según datos oficiales del Ministerio de Salud y Deportes; estas cifras permiten entender que el principal problema son los animales callejeros, que proliferan ya sea por reproducción de otros ya existentes o, con mucho, por el abandono de mascotas o su descuidada tenencia. En conclusión: por mucho que las autoridades tomen medidas preventivas (y debo recordar que no existe un ámbito legal aún sobre los animales domésticos y que las ordenanzas municipales respectivas, como existen en Santa Cruz y La Paz, terminan inefectivas), es la conciencia de los propietarios y la educación ciudadana las únicas vías posibles de solucionar este problema, no la violencia.

Los linchamientos de presuntos delincuentes, que se han amparado en una mala interpretación de la justicia comunitaria (legalizada dentro de las reformas “modernizadoras” del entonces ministro Blattmann Bauer, bienintencionadas pero apresuradas y muchas contraproducentes) y que cada vez más suceden en las ciudades, son otro ejemplo de violencia social y deficiencia en educación ciudadana.

Ambas violencias (contra humanos y animales) no son novedosas en Bolivia: lo nuevo es la amplia mediatización. La ausencia de educación en valores ciudadanos es causa general y es obligación de todos: autoridades, educadores, familias y toda la ciudadanía. Olvidarlo es promover los excesos.



Referencias

Estado Plurinacional de Bolivia, Ministerio de Salud y Deportes: “Situación de la rabia en Bolivia 2013.” Lima, 21 de agosto de 2013.

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