viernes, 20 de julio de 2012


#YoSoy132 y la sindromología partidaria mexicana


El 11 de mayo de este año, la Universidad Iberoamericana—“la Ibero”, en coloquial para muchos, o la UIA en siglas oficiales, universidad privada fundada en 1943 por la Compañía de Jesús y considerada, presuntamente, una de las más elitistas— recibió en su sede de Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México y cerca de la autopista a Toluca —capital del Estado de México— recibía para debatir sus propuestas con los alumnos al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, ex gobernador del vecino Estado mexiquense. No era el primero: a Peña Nieto lo habían antecedido en el mismo auditorio Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Gabriel Quadri del Partido Nueva Alianza (PANAL) y los aspirantes al Gobierno del Distrito Federal presentando sus Programas de Gobierno, mientras que Josefina Vázquez Mota del Partido Acción Nacional (PAN) iría en días próximos. 

Pero Peña Nieto llegaba a la Ibero un bagaje pesado. A pesar de ser el candidato con más intenciones de voto —encuestas le daban hasta 20% sobre el más cercano—, gravitaban sobre él: la memoria de las 7 décadas de gobierno ininterrumpido del PRI; los sucesos de 2006 en San Salvador Atenco —municipio del Estado de México, cuando Peña Nieto era el Gobernador—, donde una violenta represión policial a protestas de la población conllevó al fallecimiento de dos personas, una de ellas menor de edad, y centenares de detenidos, quienes denunciaron graves violaciones a sus derechos humanos: detenciones arbitrarias —mediante pruebas ilícitas y acusados de delitos que no habían cometido—, incomunicación, tortura y —para 26 mujeres— violación y abuso sexual, de los que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio la razón a los detenidos. También Peña Nieto arrastraba las denuncias del periódico británico The Guardian sobre su acuerdo con el Grupo Televisa —el mayor grupo televisivo de México— por el cual Televisa le vendió cobertura favorable en su principal noticiario y programas de entretenimiento y creó una unidad secreta (denominada Handcock) para construirle una imagen nacional desde 2005 —cuando llegó al Gobierno mexiquense y se perfilaba como el próximo candidato presidencial del PRI—, a la vez que desde esos mismos espacios desprestigiaba a López Obrador, tanto en 2006 —cuando la anterior elección presidencial— como ahora. (Las denuncias mencionaban entre 30 y 70 millones de dólares pagados a Televisa por estos “servicios”.) Cables de la embajada estadounidense de 2009 divulgados por Wikileaks, ya expresaban su conocimiento de esta colusión y manifestaban preocupación por ello.

Desde su llegada a la Ibero, Peña Nieto tuvo fuerte rechazo por los estudiantes, que lo abuchearon y cuestionaron duramente sus propuestas y sus actuaciones como Gobernador del Estado de México. Al finalizar su participación, Joaquín Coldwell, presidente del PRI, declaró a la prensa que los que protestaron habían sido llevados por gente de otros partidos e, incluso, que no eran estudiantes de la Universidad, la que fue difundida por medios de comunicación afines al PRI, afirmando que Peña Nieto había salido bien de la situación.

La respuesta no se hizo esperar: 131 alumnos de la Universidad Iberoamericana grabaron un video en el que mostraban su credencial de la Universidad y daban su número de cuenta y su nombre, para demostrar que sí eran estudiantes y afirmar que no habían sido manipulados, a la vez que exigían tratamiento objetivo por parte de los medios de comunicación. El video fue subido a YouTube y se produjo una avalancha de descargas. Había nacido #YoSoy132.

#YoSoy132

El Movimiento —también denominado Plataforma— #YoSoy132 (identificado por su hashtag) surgió espontáneamente, aglutinando a diversos sectores de la sociedad mexicana —principalmente jóvenes universitarios—, descontentos con la forma de hacer política y los políticos. Con las Redes Sociales como medio de convocatoria, #YoSoy132 logró reunir grupos importantes de manifestantes en las principales ciudades de la República Mexicana —aunque su plaza más activa fue la Ciudad de México—, tanto en contra de la manipulación de los medios —el plantón frente a Televisa fue memorable, aunque también protestaron contra el Grupo Salinas y su TV Azteca— como del PRI y su candidato presidencial; esta última consigna, sobre todo, significaba un beneficio para López Obrador, en ese momento ya segundo en los pronósticos, por lo que el PRD trató de apropiarse del Movimiento pero, aunque intentó apropiárselo —y mediáticamente quisieron aparentarlo—, sus convocadores trataron de marcar distancia también con ellos, incluso apartando a algunos de sus miembros más activos.

Las manifestaciones, marchas y plantadas de #YoSoy132 tuvieron un éxito inmediato: en el plano mediático, tanto virtualmente —coparon las Redes Sociales: Twitter, YouTube, blogs— como tradicionales, que tuvieron que darles una importante cobertura; y en el plano de la movilización social, promoviendo la concienciación del electorado sobre la imparcialidad y el regreso del PRI al poder. Además de sus actividades callejeras y virtuales —lo que, con bastante probabilidad, redujo parte del margen favorable del PRI, sobre todo porque 11% del padrón eran nuevos votantes—, el logro más visible del Movimiento fue lograr sentar en un Debate propio a 3 de los candidatos presidenciales —Peña Nieto no se presentó, aduciendo en una carta que "el movimiento Yo Soy 132 ha asumido  una posición política en contra de mi proyecto y de mi persona"— en la sede de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y que sólo se transmitió por Internet, el tercero que se realizó y el primero fuera de los organizados por las autoridades electorales (aunque recibió su aprobación), donde la población pudo preguntar directamente a los candidatos a través de las Redes Sociales; sólo en YouTube tuvo más de 90 mil seguidores, además de los que lo siguieron a través de sitios Web de diversos medios de comunicación.  El que los organizadores mantuvieran la silla vacía que hubiera ocupado Peña Nieto, colocada entre López Obrador y Josefina Vázquez Mota, fue una imagen muy simbólica.

Este Movimiento ha sido denominado por algunos comentaristas como la Primavera Mexicana, comparándolo con la Árabe. Yo, sin embargo, aun estando dentro del espíritu plural, contestario de protesta y caótico de los Indignados y sin una agenda definida, ubico su inicio más cercano al fenómeno de los Partidos Piratas que hay en una treintena de países desde 2006 y del que el Piratenpartei Deutschland —con presencia en varios parlamentos federados de Alemania y con posibilidades de obtener entre 9 y 12% de votos en las próximas generales— y el Hizb al-Qarāṣinah at-Tūnisī —en el Gobierno después de la Revolución de los Jazmines— son los más posicionados. El hilo conductor de estos Partidos los identifica con #YoSoy132: defensores del medio de comunicación de la gente (Internet) y la renovación política —bajo el signo de democracia directa y virtual P2P— frente a las viejas prácticas de fraude e impunidad; también su principal medio de convocatoria (Redes Sociales).  

Sin embargo, después de las elecciones del primero de julio, el Movimiento #YoSoy132 ha ido tomando posiciones más radicales que lo han distanciado de la izquierda legal. Desde su reiterada posición contraria a Peña Nieto —comparándolo con el Presidente priísta Gustavo Díaz Ordaz, en cuyo período se dio la masacre de Tlatelolco de 1968 con jóvenes, la mayoría estudiantes— y su programa, tras su Primera Convención Nacional contra la Imposición del 14 y 15 de julio en San Salvador Atenco —el mismo de la represión de 2006—, coorganizada con el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) —surgido tras los hechos de 2006— y con la participación de otras organizaciones políticas y sociales —entre ellas el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) afín a López Obrador—, ampliaron su agenda a impedir la toma de posesión de todas las autoridades nacionales electas, la modernización de modelos educativos, de justicias y económicos, realizar movilizaciones y paros nacionales y la reestructuración de los medios de comunicación —incluida la "toma o cerco" de las instalaciones de Televisa a nivel nacional el 27 de julio.

Dependiendo de su evolución, #YoSoy132 podrá mantener un peso importante en la futura política mexicana o quedará como otro movimiento contestatario radical, siguiendo el camino marcado por el EZLN.

Las elecciones y la sindromología política mexicana

Las elecciones pasadas desnudaron problemas importantes en los partidos políticos mexicanos.

Una rápida revisión —porque ya he abusado mucho de la extensión de este excelente medio— de estos síndromes[*] es la que propongo a continuación:

PRI: Síndrome del pecado original y permanente

Siete décadas de poder omnímodo del PRI —“la dictadura perfecta” como lo etiquetó Vargas Llosa en 1990—, junto con todos los vicios políticos, electorales y burocráticos que conllevó, le desgastaron extraordinariamente.

Hoy, para muchos electores —los que no le votaron—, el PRI sigue siendo un regreso al pasado que colapsó en 2000 y la asunción al Poder de Peña Nieto es un retorno de los “dinosaurios” que perdieron entonces y no de los “modernos” —tecnócratas de Harvard que dizque el virtual ganador que serán sus acompañantes.

El tiempo —porque EPN seguro será el nuevo Presidente— lo dirá.

PRD: Síndrome del inmovilismo sin aprendizaje

El PRD se mueve, desde su origen, pero más aún ahora, con dos pecados originales: nació como una coalición diversa de la izquierda mexicana con fundadores que eran líderes desplazados del PRI; la otra corriente de la izquierda histórica mexicana que llegó al PRD fue originada desde el Partido Comunista. Dos orígenes verticalistas que marcaron el actual PRD.

Aunque no fue de los líderes fundadores del Partido, López Obrador —también ex figura priísta— estuvo entre sus dirigentes, lo que le permitió ganar en 2000 el Gobierno del Distrito Federal y catapultarse como su figura nacional —a pesar de escándalos por sobornos de varios de sus cercanos colaboradores, que terminaron en prisión. Derrotado en 2006 en las generales por 243,934 votos (0.56%), López Obrador organizó prolongadas protestas para desconocer los resultados electorales, incluyendo su “proclamación” presidencial en un acto multitudinario con sus simpatizantes en el Zócalo de la Ciudad de México.

En esta nueva, 2012, AMLO fue con una campaña que trató de posicionarse de “amoroso” para diferenciarse del “rijoso” de 2006 —en palabras de Rubén Aguilar Valenzuela— y quedó segundo con 15.8 millones de votos —un porcentaje mayor (31,6%) que el que auguraban las encuestas y a 6.6% de Peña Nieto—, nuevamente desconoció los resultados y presentó un recurso de nulidad al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con presuntas pruebas de compra y coacción de 5 millones de votos —que, de ser declarados inválidos, le significarían haber sido ganador— con dineros públicos, lavado de dinero por el PRI, manipulación de encuestas y violación de las normas de proselitismo mediático —la más demostrable, acusándole de gastar 1.817 millones de pesos mexicanos frente a los 336 millones permitidos—, reclamando la anulación de las presidenciales y una nueva elección, denunciando el “contubernio” de los Consejeros del Instituto Federal Electoral con el PRI. La anulación de las elecciones presidenciales —no las estatales ni congresales, porque le favorecieron— en la práctica conllevaría el desconocer el voto de más 50  millones de electores que asistieron a los comicios, por lo que es destacable que la mayoría de los líderes del PRD no lo aprueben.

El PRD, tras estas elecciones, está en la disyuntiva de cambiar de liderazgo  de vertical e inflexible por otro pragmático y concertador —entre otros, por Marcelo Ebrard Casaubón (actual Jefe de Gobierno del Distrito Federal) o  Miguel Ángel Mancera Espinosa (ganador de la Jefatura de Gobierno con 63.55% de los votos válidos), que se han distanciado de AMLO y sus protestas— o mantener su actual línea, que no le ha permitido llegar al poder. El no modernizarse será motivo de cercana fragmentación.

PAN: Síndrome parapléjico de la indecisión

Cuando el PAN llegó al Poder en 2000, traía tras consigo una tradición que se fue originando desde inicios del siglo xx y que había transitado desde posiciones ideológicas cercanas a la Falange española  hasta una visión de centroderecha mucho más moderna —aunque Octavio Paz lo tildara de “inmovilista”.

Tras la figura polémica y polemista de Vicente Fox —susceptible de expulsión del PAN por su apoyo manifiesto a EPN— y la mucho menos mediática de Felipe Calderón —y más cuestionada por las víctimas de la guerra al narcotráfico—, su candidata Vázquez Mota —la única de los candidatos que surgió de unas primarias internas— no supo alcanzar un posicionamiento propio ni decidir si se diferenciaba de la gestión del actual Presidente o era su continuadora. Esto, sumado a que el Partido no logró en sus 2 sexenios en el Gobierno atraer a nuevos adherentes —sobre todo jóvenes, que en esta elección votaron mayoritariamente por el PRI (36%) y el PRD (37%)— ni cambiar todas las estructuras y las prácticas estatales anteriores —la base del poder del PRI— y que la consecuencia en víctimas de la política de guerra al narcotráfico tuvo un amplio rechazo en la población, la fue reduciendo de un segundo lugar en las encuestas a un distante tercero, confirmado en los resultados —circunscritos a los votos “duros” del Partido. (Como dato interesante, con JVM en 20012 [25,41% de los votos emitidos] el PAN obtuvo más de 3 millones menos que en 2000 [42,52%] y más de 2,5 millones menos que en 2006 [35,89%].)

El PAN tiene que hacer una importante relectura de su situación y abrirse a cambios que, sin cambiar radicalmente su ideología, le permitan crecer para recuperar los espacios perdidos y volver a gravitar en la política mexicana y regional.

Conclusiones

México va a tener otro Presidente priísta, esta vez con un Congreso más plural, en donde no tendrá la cómoda mayoría de sus antecesores, y estará frente a una sociedad que lo cuestiona y evaluará permanentemente.

En la medida que EPN  —quien se considera un “pragmático sin ideología” y que fue definido por Miguel Ángel Bastenier como “telegénico esposo de una estrella del melodrama televisivo”— rompa el cerco del estigma y trabaje —como ha declarado que lo hará— concertadamente con los otros 2 grandes partidos y haga una gestión transparente, logrará vencer sus grandes retos —credibilidad, narcotráfico, desarrollo económico, justicia social—, trascender y realizar una Administración que beneficiará a México.

Porque si no lo hace, serán proféticas las palabras de Héctor Palacio (http://sdpnoticias.com): “Salvo en el Fausto de Goethe, es imposible que lo viejo, lo decadente, pueda trasmutar otra vez a nuevo. Y Fausto es auxiliado por Mefistófeles.”

Referencias




[*]    “Conjunto de síntomas que caracterizan una dolencia. Grupo de síntomas y signos que revelan [una] alteración […] del organismo. Implica […] trastorno funcional […].” (http://www.definicion.org/sindrome)

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