miércoles, 27 de junio de 2012


Un exobispo ambivalente

El ex Presidente paraguayo Fernando Lugo Méndez fue destituido por el Congreso de su país el 22 en un Juicio Político al que aceptó someterse —también su abogado Adolfo Ferreiro reconoció su legalidad—, a pesar que la premura afectaba su derecho a defensa. Destituido, lo aceptó pero a los 2 días denunció un “golpe de estado congresal”. ¿Por qué la inconsistencia? Porque recibió apoyos externos a pesar de la escasa solidaridad local (el país está en calma, no hay detenidos, las protestas no reúnen más de mil personas, la inmensa mayoría de los partidos con representación parlamentaria lo destituyó).

Lugo se retiró a su casa, tiene libre circulación, se reúne con sus diputados y exministros —los escasos fieles— y anunció que estaría en las próximas Cumbres de Mercosur y Unasur (la advertencia oficial paraguaya de que sería delito hablar como Presidente lo amilanó —otra ambivalencia— y no asistirá, a pesar del apoyo firme de la Presidente Kirchner y sus homólogos Correa y Chávez).

¿Qué fue, entonces, lo que pasó?

Difícil para los líderes latinoamericanos consensuar si la Cláusula Democrática se aplica a Paraguay o no. Por lo pronto, sólo Venezuela, Ecuador, Cuba y Argentina han retirado embajadores —otros, como Brasil, han llamado a consultas, para informarse— y la OEA reconoció el impeachment como constitucional, aunque se obviaron derechos al debido proceso.

Referencias

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