Este domingo, leí en El Deber un interesante artículo de Pablo Ruiz: “Bicentenario. Santa Cruz no cumplió sus metas sociales”, reproducido por mi amiga y gran periodista Maggy Talavera en Facebook.
En el artículo, Ruiz analizaba el cumplimiento de las metas de la Agenda –para la Felicidad– que el Comité Pro Santa Cruz propuso el 24 de septiembre de 1997 y que ha sido la Agenda regional del Bicentenario. En el mismo, Ruiz comparó los crecimientos demográfico y económico cruceños hace 13 años y ahora, cuando el económico anual bajó de 14% entonces a 3% actualmente, que el mismo autor reconoce como menor al del promedio de Bolivia y al demográfico de la región cruceña.
Comparto con Ruiz –apoyándose en declaraciones sobre la agenda nacional de Luis Núñez, actual presidente del Comité Pro Santa Cruz– que las decisiones de los últimos años fueron más políticas que económicas. Lo que no comparto –con Núñez, porque Ruiz no lo continúa– es la implicación victimizada para Santa Cruz que puede tener esta aseveración.
Santa Cruz, después de ser una región muy poco desarrollada en Bolivia hasta 1950 –sólo aportaba 3% al PIB–, logró un despegue inusitado para el país, después del triunfo de las regalías petroleras bajo el liderazgo de Melchor Pinto Parada, un líder que desde su región comprendió la importancia que su desarrollo local tenía para el nacional. Crecimiento cruceño que, en lo positivo, convirtió la región en el motor económico nacional y en receptor de emigrantes de todo el país –lo que, en la práctica, la convirtió en crisol homogenizador nacional, reflejado en el reciente documental “Historias de Migrantes Bolivianos exitosos en la Agricultura Cruceña” del IBCE y PNUD–, y que, en lo negativo, hizo pensar a algunos dirigentes locales que la región debía diferenciarse, cada vez más, del resto del país; visión localista y, por ende, reduccionista y autárquica que en el último período intentó copar la agenda de la región.
De los objetivos de la Agenda Cruceña del Bicentenario, en los últimos años la región fue exitosa impulsora nacional de la autonomía, pero los objetivos sociales quedaron disminuidos desde 2006 por los enfrentamientos permanentes con el nuevo Poder Central –cuya relación con Santa Cruz, en esta época, fue también de confrontación–, unido al intento de articular las autoridades departamentales elegidas de diciembre de 2005 opositoras al Gobierno Central, con Santa Cruz como referente –y catapulta política después– nacional.
Lamentablemente, esta oposición de los departamentos –por errores propios, por incoherencias de la oposición parlamentaria (con la que no estaban vinculados) y por acciones del Gobierno Central– fracasó y el liderazgo cruceño quedó reducido, y disminuido, a la región.
Ahora, Santa Cruz –a través de sus organizaciones productivas: CAO y CAINCO, junto con su Gobierno departamental– se ha abocado nuevamente a priorizar su Agenda económica y social, en una relación menos enfrentada con el Poder Central.
En este nuevo contexto, Santa Cruz necesita proyectar este liderazgo económico en una más profunda visión de país, continuando la permanente vocación integradora del cruceño y afianzando nuevos liderazgos.
Porque cruceños, somos todos.
jueves, 23 de septiembre de 2010
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