martes, 29 de octubre de 2013

Cumbritis, ¿enfermedad latinoamericana?

«Necesitamos más Iberoamérica, y eso no sólo implica más acción de gobierno sino de sus sociedades que comparten un idioma. Se sugiere una reforma política e institucional del sistema.» [Ricardo Martinelli Berrocal, presidente de Panamá, al inaugurar la XXIII Cumbre Iberoamericana.]

Si nos guiamos por la última edición —la 22ª— del Diccionario de la lengua española de la Real Academia, «cumbritis» (neologismo que plagio de mi amigo Armando Loayza Mariaca, excanciller boliviano y sagaz analista internacional) sería la “inflamación” —el desborde, el exceso patológico— de las Cumbres, aquellas que permiten ejercer lo que antes he denominado en algunos de mis artículos “turismo de Estado” cuando mandatarios y parlamentarios viajan continuamente —con nuestros impuestos— a reuniones de algunos de los 16 organismos de integración (ya sea política o sólo económica, que es lo menos usual) que tiene Latinoamérica —y no consideraré suprarregionales—: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Organización de Estados Americanos (OEA), Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Alianza del Pacífico (AP), Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Comunidad Andina (CAN), Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), Mercado Común Centroamericano (MCC), Asociación de Estados del Caribe (AEC), Comunidad del Caribe (CARICOM), Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS), Secretaría General Iberoamericana (SEGIB)… y seguro alguno se me olvida en este derroche y barahúnda de siglas; si además considerarmos los Parlamentos y Foros parlamentarios regionales y subregionales —Parlamento Latinoamericano (PARLATINO), Comisión Parlamentaria Conjunta del MERCOSUR (PARLASUR), Parlamento Centroamericano (PARLACEN), Parlamento Andino (PARLANDINO, que recién cerrará para integrarse en el Suramericano), Assembly of Caribbean Community Parliamentarians (ACCP), Confederación Parlamentaria de las Américas (COPA), Foro Interparlamentario de Las Américas (FIPA), Parlamento Amazónico (PARLAMAZ), Parlamento Indígena de América (PIA), ParlAmericas, Network of Women Parliamentarians of the Americas (NEPA), Assemblée parlementaire de la Francophonie - Région Amérique (APF-RA), Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EUROLAT), Grupo Latinoamericano y del Caribe de la Unión Interparlamentaria (GRULAC-UIP) y los embrionarios aún Parlamento de la Alianza del Pacífico y Parlamento Suramericano (o de UNASUR), ambos sin siglas conocidas—, organismos especializados —múltiples— y entidades de financiamiento —Corporación Andina de Fomento (CAF), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco del Alba (y con “del” y no “de la” aunque la organización es “la ALBA”, posiblemente para que tuviera más simbolismo—, Banco Centroamericano de Integración Económica (BICE), Banco para el Desarrollo del Caribe (CDB), Petrocaribe, entre otros. ¿Sabía que había tantos?
Y todos con burocracias y sedes propias y con periódicas reuniones y Cumbres que terminan siendo, la mar de las veces, ineficientes y despilfarran nuestros impuestos.

Y dentro de las más inútiles Cumbres, la XXIII Iberoamericana.

"Cumbre del cambio y la transformación" la denominó Enrique Iglesias García Secretario General iberoamericano, el hispano-uruguayo que también ha ocupado otras importantes posiciones regionales: Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Presidente del BID, además de Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay— y se la mencionó como la “Cumbre de la renovación” en los discursos pero muchos más la han llamado, y con más propiedad, la “Cumbre de las Ausencias”. De los 22 Jefes de Estado, no asistieron 12: el Rey de España Juan Carlos de Borbón (recientemente operado); la presidente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner (también convaleciente de intervención); el de Guatemala Otto Pérez Molina (“por motivos de agenda”); Sebastián Piñera Echenique, de Chile (elecciones a la vuelta de la esquina); Ollanta Humala Tasso, de Perú (a último momento canceló por “razones de gobierno, razones de Estado”); Nicolás Maduro Moros, de Venezuela (porque, según su canciller  Jaua Milano, “la agenda interna de Venezuela "está bastante intensa”; Raúl Castro Ruz, de Cuba (“porque tengo entendido que Raúl Castro está también sufriendo quebrantos de salud”, según el director general de la Cancillería panameña, auqnue ese quebranto debía de tener mucha influencia del barco norcoreano “Chong Chon Gang” retenido en el Canal de Panamá cuando transportaba 25 contenedores con armamento cubano sin declarar —aviones Mig-21, baterías antimisiles, vehículos de uso militar y otros— debajo de toneladas de sacos de azúcar, en presunta violación del embargo de Naciones Unidas a la República Popular Democrática de Corea); Evo Morales Ayma, de Bolivia (canceló la víspera por “compromisos ineludibles”); Rafael Correa Delgado, de Ecuador (no encontré justificación); Daniel Ortega Saavedra, de Nicaragua (el último en cancelar, sin explicaciones); la presidente de Brasil Dilma Vana Rousseff (lo mismo), ni el presidente uruguayo José Mujica Cordano ("no va a ir porque no puede", fue la explicación oficiosa).

Es sintomático que ningún mandatario de la ALBA ni del MERCOSUR asistió a esta Cumbre (con excepción de Horacio Cartes Jara, de Paraguay, país aún no reincorporado al Mercado del Sur después de un arbitrario ostracismo, político y no jurídico como en su momento mencionó Mujica Cordano), con un claro boicot ideológico al mismo.

Las marcadas ausencias fueron el mejor ejemplo del desinterés que estas citas anuales tienen para Latinoamérica y del cambio relacional con el tiempo: Cuando surgieron en 1991 con la Cumbre de Guadalajara, este lado del Atlántico estaba a las puertas de una crisis importante —la crisis económica de México de 1994, internacionalmente conocida como "Efecto Tequila", por sobrevaluación de la moneda mexicana que heredó (y le explotó) al entonces presidente Zedillo Ponce de León— y en vísperas de otra no menos agresiva para la Región —la de Brasil en 1998, el “Efecto Samba”, consecuencia de la Crisis financiera de los tigres asiáticos (Tailandia, Corea e Indonesia) en 1997 que al año siguiente pasó a Rusia y llegó de ahí a Brasil, afectando a toda Latinoamérica—; del otro lado del océano, España y Portugal —éste en menor medida— estaban disfrutando ser parte del Club de los nuevos ricos europeos —parte de la, entonces boyante, Unión— en la cercanía del Quinto Centenario y con la necesidad, más que convicción, de ingresar sus grandes empresas a las antiguas colonias iberoamericanas. La I Cumbre y las inmediatas siguientes fueron el mejor vehículo de integración… para los empresarios hispanolusos.

La segunda década del siglo XXI empezó con un panorama muy distinto. La crisis financiera estadounidense de 2008 había pasado superficialmente para los países latinoamericanos —“blindados” por la experiencia de las anteriores crisis— pero desembarcó con fuerza en una Europa comunitaria que había crecido ampliamente en dimensión desde aquel 1991 —“glorioso” para España y Portugal— pero con bastante descontrol dentro de sus fronteras y desigualdades manifiestas entre sus miembros. No es fantasioso entonces comprender que porqué había empezado a reducirse la asistencia de Jefes de Estado a estas citas, delegando en funcionarios de menor nivel —incluso viceministros, como Bolivia y Ecuador en ésta XXIII—; a partir de la VIII Cumbre (Oporto, 1998) empezaron a no estar todos los Jefes de Estado presentes, lo que se hace más manifiesto en la XIV de 2004 (San José de Costa Rica) a la que sólo asistieron 15 mandatarios. La XV de 2005 en Salamanca fue la última a la que asistieron todos los 21 miembros originales más Andorra, recién estrenada como miembro pleno (su Jefe de Gobierno es la máxima autoridad en ese Principado cuyos Jefes de Estado son el obispo de la cercana ciudad española de Urgel y el presidente de Francia, en “herencia” de los derrocados reyes galos); la de menos asistencia hasta ésta XXIII fue la de Asunción (XXI) en 2011, que sólo contó con 11 mandatarios (Andorra, Bolivia, Chile, Ecuador, España, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú y Portugal) y que en 2012 necesitó todo el esfuerzo del monarca español para que la XXII en Cádiz no desluciera el Bicentenario de la primera Constitución hispana, contando con la presencia de 16 mandatarios (y no invitado Paraguay para evitar susceptibilidades de sus “socios” de UNASUR y MERCOSUR).

Y en ésta hubo nuevo récord —de los negativos— porque acudieron sólo 10 (que para los que no quisieron ser agoreros se hicieron 11 contando a Mariano Rajoy Brey, presidente del Gobierno, aunque no es Jefe de Estado si no postizo). En Ciudad de Panamá estuvieron: el anfitrión Martinelli Berrocal (Panamá), Laura Chinchilla Miranda (Costa Rica), Enrique Peña Nieto (México), Danilo Medina Sánchez (República Dominicana), Pedro Passos Coelho y Antoni Martí Petit (Andorra), además de Cartes Jara, todos ellos desde el inicio; mientras que asistieron sólo el segundo día Mauricio Funes Cartagena (El Salvador), Juan Manuel Santos Calderón (Colombia) y Porfirio Lobo Sosa (Honduras). También estuvieron Felipe de Borbón (heredero de la monarquía y sin otra representatividad) por España y Aníbal Cavaco Silva (primer ministro) por Portugal.

Son países asociados del Sistema Iberoamericano: Puerto Rico, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Bélgica, Italia, Marruecos, Francia y Países Bajos.

En “positivo”, las ausencias obviaron importantes discusiones territoriales pendientes: los reclamos a Nicaragua por parte de Costa Rica, Colombia, Panamá y Jamaica —éste ajeno a Iberoamérica—, entre Chile y Bolivia o entre Chile y Perú, en realidad éste el más moderado; el existente entre El Salvador y Honduras no fue discutido. Los que sí se mencionaron fueron los que Argentina —por las Malvinas/Falkland— y España —por Gibraltar— tienen con el Reino Unido, aunque —más allá de lo protocolarmente solidario— el canciller español García-Margallo y Marfil evadió la propuesta de su colega argentino Timerman Mindlin que quería hacerlos uno conjunto.

Aparte de la inasistencia, esta Cumbre (surgida con el lema "La Comunidad Iberoamericana en el Nuevo Contexto Mundial") se destacó por sus magros resultados, que no pasaron más de las buenas intenciones y enfoque hacia la inclusión social y la cultura que incluye la Declaración de Panamá. Las principales decisiones de la reunión estuvieron dirigidas a reformular el financiamiento y la periodicidad de las Cumbres: en presupuesto, los participantes aprobaron que Latinoamérica tenga más peso económico en su mantención (hasta ahora, España y Portugal contribuían con 70% de los USD 7 millones anuales y de los aproximadamente 9 de estas Cumbres mientras Latinoamérica, en conjunto, aportaba 30% restante, pero a partir de ahora es que Latinoamérica aportará 10% más y los parientes empobrecidos disminuirán su contribución en la misma proporción), y respecto a la realización de los encuentros, se determinó convertirlos en bienales después de la XXIV el próximo año a realizar en Veracruz, con lo que las Cumbres Iberoamericanas alternarán con las también bienales de Latinoamérica con la Unión Europea.

Como dato curioso es que cuatro países fundadores no han organizado ninguna de estas Cumbres: Guatemala, Honduras, Nicaragua ni Ecuador, mientras España ha hecho 3 y Argentina, Chile, Portugal y Panamá organizaron 2.

Después del análisis anterior, sin embargo se puede afirmar que para algunos países la Cumbre fue provechosa. En primer lugar, lo fue para España y Portugal, que la aprovecharon para promocionar sus países para que las nuevas multinacionales latinoamericanas —las "multilatinas"— hagan el camino inverso de inversión, dejando lejos los tiempos del “desembarco” de las corporaciones peninsulares en una Latinoamérica en proceso de desprenderse de sus empresas estatales y ávida de inversión (como lo son ahora Portugal y España, ésta en palabras del ministro De Guindos Jurado). También lo fue para Paraguay, que se reincorporó públicamente al contexto latinoamericano al que decisiones arbitrarias lo habían excluido, y cuyo presidente Cartes Jara pudo ocupar más espacios en el foro empresarial previo. Pero fue la Alianza del Pacífico la estrella del conjunto de eventos, a pesar que dos de sus presidentes (Piñera Echenique y Humala Tasso) no asistieron.

Porque si la Cumbre fue inútil prácticamente, el éxito acompañó a los eventos que la antecedieron, el primero de ellos el IX Encuentro Empresarial Iberoamericano (EEI), organizado por el Consejo Empresario para América Latina (CEAL) y su presidente internacional, el panameño Samuel Urrutia Cantoral la víspera del inicio de Cumbre. En el evento, Martinelli Berrocal, Cartes Jara y Medina Sánchez expusieron sobre sus países —Cartes Jara con "Paraguay, el secreto mejor guardado de Latinoamérica" y Medina Sánchez respecto de la "importancia de la empresa privada para el desarrollo". Entre los muchos temas que se debatieron ocuparon espacios principales el emprendimiento como motor del desarrollo latinoamericano y la importancia de la Alianza del Pacífico —a la que se le dedicó la sesión "La Alianza del Pacífico y su impacto en Latinoamérica", con la presencia de los presidentes de México y Colombia, países miembros (Peña Nieto y Santos Calderón, respectivamente) y de los futuros nuevos miembros Costa Rica (Chinchilla Miranda) y Panamá (Martinelli Berrocal)—, acordando crear un observatorio de políticas públicas y una comisión de trabajo Estado-Empresa; como importantes aspectos, los participantes en el IX EEI exhortaron a los gobiernos a seguir trabajando en asegurar la estabilidad  macroeconómica como fundamento del desarrollo y consolidar un Sistema Iberoamericano de Arbitraje Comercial, fortalecer y ampliar los tratados de libre comercio y mejorar la infraestructura regional de transporte y la seguridad ciudadana.

En ese mismo sentido, el Foro "Iberoamérica: Alianzas para nuevos paradigmas" (organizado por la Asociación Civil Vanguardia Iberoamericana) facilitó que 200 líderes juveniles de los 22 países iberoamericanos analizaran aspectos como la vinculación industria-universidad, el impacto del crimen organizado y, nuevamente, la Alianza del Pacífico; en este encuentro participó Rosa María Payá Acevedo, hija del fallecido líder de la disidencia cubana Oswaldo Payá Sardiñas. Otro exitoso evento fue el II Foro de la Comunicación con los líderes de los principales grupos de medios de comunicación de habla hispana, donde se discutió sobre las nuevas tecnologías, sinergias, el uso de redes sociales e Internet y la promoción y defensa del idioma español y la identidad iberoamericana bajo el lema “Los medios de comunicación como aliados del desarrollo en Iberoamérica”. También se desarrolló fructíferamente el XIX Foro Eurolatinoamericano de la Comunicación, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos (APE), la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la CAF; este encuentro reunió Bajo el lema "Despertares y desencantos" a periodistas, representantes de medios de comunicación, expertos y personalidades políticas para debatir sobre las transformaciones del periodismo, las nuevas tecnologías informativas y su desempeño en el actual contexto social, político y económico en ambos lados del Atlántico. Además, entre las actividades previas a la XXIII Cumbre estuvo la presentación de la I Encuesta Iberoamericana de Juventudes realizada por la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) con el apoyo del BID y el Fondo Coreano para la Reducción de la Pobreza (KPR), que permitirá elaborar políticas públicas a partir de las expectativas de los jóvenes de Latinoamérica y El Caribe sobre su futuro; así mismo, se dio a conocer un informe sobre perspectivas económicas en América Latina elaborado en conjunto por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la CEPAL y la CAF.

El último evento relacionado con la XXIII Cumbre —posterior a ella— fue el VI Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), organizado por la Real Academia Española (RAE), con la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), el Instituto Cervantes (IC) y el Gobierno de Panamá, con muy amplia participación y la presencia del Premio Noble Mario Vargas Llosa.

En conclusión, una suma de eventos muy productivos —exceptuando la Cumbre Iberoamericana— y la constatación de que, en primer lugar, España —y Portugal— hoy necesitan más a Latinoamérica que ella a sus parientes europeos y, en segundo y mucho más importante oara los que vivimos de este lado de la Mar Océano, que Latinoamérica —entre definidos y simpatizantes— está definiéndose en dos bloques subregionales que, más allá de los presuntos discursos conciliadores, son antagónicos: de un lado, la ALBA y el MERCOSUR como apéndice y, del otro, la Alianza del Pacífico. La medida del éxito económico de cualquiera de los dos significará la posibilidad de realizar políticas sociales sostenibles; en el caso contrario, sólo serán populismos —no importa si la tendencia es de derecha o izquierda— fracasados efímeramente, como sucede hoy en Venezuela.


Referencias


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