martes, 3 de mayo de 2011

Como SIDA y cáncer

Con esa frase –inclemente–, Vargas Llosa, Nobel de Literatura y otrora candidato presidencial vencido, caracterizó a los vencedores de la primera vuelta en las elecciones del pasado domingo en Perú.

Ese día, los peruanos escogieron entre opciones que iban desde el nacionalismo de izquierda de Humala (GANA PERÚ), pasando por los matices de centro de Toledo (PERÚ POSIBLE), Castañeda (SOLIDARIDAD NACIONAL) y Kuczynski (ALIANZA POR EL GRAN CAMBIO) hasta llegar a Fujimori –Keiko– (FUERZA 2011), principalmente. Tras una guerra de pronósticos, donde los grandes perdedores fueron Toledo y Castañeda por sus descensos después de puntear en las encuestas por sus campañas tempranas, la semana anterior a la elección quedó claro que la contienda sería para una segunda vuelta –balotaje– entre Humala y alguno de los otros 4 (con menos probabilidades Castañeda).

Y se repitió los resultados del 2006 cuando fueron finalistas Humala (26%) y García (20%); en esta nueva, Humala repite su primer lugar (32%) con la Fujimori de contrincante (24%). Sin embargo, las diferencias entre ambos procesos, en el contexto regional y entre sus actores son significativas.

En 2006, Perú recuperaba su economía y en 2011 la macroeconomía peruana está muy fortalecida. Entonces, las tendencias de izquierda dominaban Latinoamérica, lideradas por Venezuela y con Lula de contrafigura; hoy, Brasil está más ubicado al centro, la centroizquierda ya no gobierna en Chile, Cuba está en un drástico proceso de reingeniería y dos países abanderados de la nueva izquierda –Venezuela y Bolivia– atraviesan problemas internos. Cuando se enfrentaron en el balotaje Humala y García en 2006, las definiciones eran entre un militar (Humala) muy cercano al chavismo y que se había alzado contra el Presidente Alberto Fujimori –tras una segunda reelección plagada de irregularidades– y un expresidente populista (García) que había llevado el país casi inviable; en 2011 se enfrentan Humala –que en semanas ha pasado de un Plan de Gobierno abiertamente estatizador a manifestar un centrismo moderado, muy beneficioso electoralmente, traslación en la que no ha dejado de acercarse ni al conservador Cardenal Cipriani– y Fujimori –la hija–, con todo el bagaje negativo del gobierno de su padre, donde sucedieron gravísimos hechos de corrupción y  atentados a los derechos humanos, pero que también derrotó al terrorismo y acabó con la crisis económica y la hiperinflación. Algo los une: Humala tiene al hermano en la cárcel por otro alzamiento y Fujimori al padre, por su gobierno.

La principal lección: La solidez macroeconómica del país, a pesar de sus acciones sociales, aún no llega a importantes sectores de la población –sobre todo rural y periurbana– que votaron por Humala (en el sur) y por Fujimori (centro norte).

Ahora, para el balotaje, ambos deben conquistar a la creciente clase media peruana y a los limeños, donde sus adversarios de centro alcanzaron, en conjunto, 44% de los votos. ¿Cuáles serán las promesas que decidirán el voto?

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